
Principios de septiembre de 2017. Octavo mes de la presidencia de Donald Trump. Gary Cohn, antiguo presidente de Goldman Sachs, entra con cautela en el Despacho Oval de la Casa blanca. Como principal asesor de economía del presidente, es de los pocos que entra sin llamar. Encima del escritorio hay un borrador, con fecha del 5 de septiembre, de una carta con de Trump dirigida a su homónimo en Corea del Sur, en la que da por concluido el acuerdo de Libre Comercio, conocido como Korus. Cohn se queda perplejo. Durante meses el presidente Trump había amenazado con retirar a Estados Unidos de ese acuerdo que además de económico incluye una alianza militar en el sudeste asiático y operaciones de inteligencia.
Cohn cogió la carta del escritorio y la metió en una carpeta azul que tenía el encabezado: GUARDAR.
En el desorden y caos de la Casa Blanca, Trump no echó de menos la carta. Pero el peligro no había pasado. El secretario de personal y responsable de la firma de todos los documentos presidenciales, Rob Porter descubrió que había en la Casa Blanca varias copias de la carta. Gary Cohn y él se conjuraron para ninguna de esas copias volviera al escritorio de Trump. ese y otros documentos similares desaparecieron. Porter y Cohn filtraban al despacho Oval solo aquellos documentos cuya firma no generara un caos de consecuencias incontrolables. “No es lo que hemos hecho por el país – afirma Cohn en el libro de Bob Woodward Miedo. Trump en la Casa Blanca. Roca editorial, 2018 – sino lo que hemos evitado que él haga”.
Ocho años después, en los primeros días de su nuevo mandato, Trump no quiere que nuevos Cohn o Porter retarden o impidan sus órdenes. En su lugar están alter egos del presidente, como Elon Musk, destinados a devorarle cual mantis religiosa.