
Bajo un sombrero de fieltro parapetando las luces como colmillos en el interior del Joey´s, Marianne se apoya en la barra con la cadencia de Cleopatra. Quizá fue hace cincuenta años, Cenicienta. Su ceniza expresión se apaga cuando de su garganta sale un réquiem metálico. A Marianne, le quedan apenas unas horas de vida.
En la gran avenida reposa un cataclismo de nieve. Cuántas horas, las entelequias. Mariane revive sus labios contra esos otros labios; las yemas de sus dedos vendimiando exhaustos tus surcos tardíamente plantados; hola amor, princesa, dijiste, lo sé. A la segunda noche. En este fulgor quiero hacerte, lo que la primavera hace a las flores.
Viviste, suspendida, en el alambre de mis labios cuarteados, de par en par abiertos a tu propio misterio tiritante. Qué zorra eres, pídete otro whisky, inmensa perdedora. Y lo pido.
Te ruego. Pero no he venido en absoluto por eso. Tampoco a despedirme.
Como marionetas sin hilos y con ira de nubes intensas, mis gestos, tiritando, restallando perlas cristales, y articulando los brazos que no te abrazan.
En cada beso. En las caricias que acabarán siendo fronteras. Esta música te dice: hola, ven a morir conmigo, pero no digas nada a nadie.
Es tu vórtice y tu aullido el que aún mantengo en mis labios y en los desiertos de mi cuerpo. Siento tus pisadas de nómada entregada.
Cada ascua es lo que somos de un incendio imposible e inmenso. O lo que nos ocurre. Un notario sufriría un colapso ante tal avatar de escondidas tempestades.
Luego me odiaste. Y mucho después, te odié, viéndote en cada espejo, persiguiéndome. ¿Es usted la madame Marianne? Oías caer preguntas como cuchillos afilados en otro tiempo clavándose ahora con saña en tu cuerpo sufrido. Broken girl. Reina del destierro. Te despides sin llorar. Tu cuerpo sacrificado en la pira de la desmesura.
Despídete del amor en cuarzos de lágrimas, en tus venas maltratadas. Afuera cae la nieve. De su bosque salen los lobos espectrales para custodiar tu féretro. Sus aullidos, ¿los oyes ya? serán los últimos besos salvajes. Amor, Marianne Faithfull; que las nubes te sean propicias.