Estoy leyendo este día que se ha muerto un hombre que se llamaba Karslheynz Deschner que ha escrito diez tomos sobre la historia criminal del cristianismo. Toda una vida para escribirlos, casi toda una vida sería necesaria para leerlos. Y como casi nunca me gusta levantar la cabeza y dejar de tener las manos muertas sobre las páginas abiertas de algún mamotreto u opúsculo, porque me pongo de los nervios con esto del cocido español y catalán y vasco y europeo y mundial (la conjunción copulativa da para mucho) pues también he leído El Cielo Protector, que es una novela de Paul Bowles que resguarda a una persona, animal o cosa de existencias aburridas. Y aquí viene la analogía, porque a mí el cielo católico que tenía el mismo adjetivo profiláctico que Bowles puso al suyo me ha pesado demasiado, aún sin poner encima cosas que ahora sé.
Ya libre de liquidaciones, facturas y recibos que durante mucho tiempo he esperado recibir del Dios que lo habitaba – se vé que la evolución también ha pasado por su código genético -, y del Dios terrible y vengativo del antiguo testamento, hoy los cálculos que él ha hecho le han llevado a ser más tolerante en sus obsevaciones -; ya libre, decía, de la luz que irradiaba trinitarios misterios, se me ha aparecido cual virgencita partenogenética, que no necesita del gameto masculino, el sentido verdadero: el cristiamismo es una gran secta que tiene abiertas de par en par las puertas del infierno.
Digo que se necesitaría llegar casi hasta el borde de la nada para leer estos diez tomos. O por lo menos olvidar la incineración para que te entierren con ellos y poder echarlos un vistazo alguna vez cuando se filtre la luz por la competencia del aberno. No sé, llegado el momento seguro que preferiré mirar las flores hermafroditas agrupadas en espiga o racimo que algún desalmado amigo pondrá para alegrarme el rabillo del ojo.
MARCA RENOMBRADA
Catolicismo:
La jerarquía romana está empeñada en hacer creer que sin las raíces cristianas Europa sería un continente peor. No es verdad. La Europa libre y tolerante (con todas las comillas que se quieran poner) se ha construído pese al pontificado romano, intolerante durante siglos, enemigo de gobiernos democráticos y plácido entre dictadores.
En lo que mi concierne, rezaré para que la cúpula de San Pedro caiga sobre los reunidos purpurados. Entre ellos el cardenal Rouco. Porque es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el arzobispo de Madrid entre en el reino de los cielos. Amén, o vivo deseo que tenga efecto lo que digo.