Un acontecimiento en el mundo de la literatura se ha convertido en el espejo tríptico del cinismo timorato. El suceso estalla en los márgenes comerciales y mercantiles de la literatura europea, es decir, en la pretendida humanística Feria europea del libro de Frankfurt. En la edición de este año se iba a otorgar un premio a la escritora palestina Adanía Shibli (Palestina, 1974) por su obra Un detalle menor, editado en castellano por Hoja de Lata en 2019 y traducido por Salvador Peña Martín.
A raíz de las matanzas de Hamas y de las cometidas por el Estado israelí sobre las dos Gazas, la dirección de la Feria ha decidido cancelar el premio y el reconocimiento que le había otorgado semanas antes. El miedo de la dirección de la Feria es aparecer partidista. La organización declina cualquier motivo literario, es decir, desnuda sin quererlo el carácter del premio. Asegura que «debido a la guerra iniciada por Hamás, que sufren millones de personas en Israel y Palestina, se ha decidido cancelar la ceremonia de entrega del premio literario». Cabe preguntarse, si el ataque criminal de Hamás contra la población israelí es un motivo para ponderar las decisiones literarias, ¿Por qué en 2019, en 2020, 2021 y 2022, años de escaramuzas, no se ha cancelado a esta autora? ¿Si Hamás hubiera causado dos asesinatos o veinte, Adanía Shibli hubiera podido subir al podio en la feria de Frankfurt?
La propia organización en su dictamen se ahorra acusaciones imaginarias, tan recurrentes en el mundo de la política. Por ejemplo: la autora simpatiza con el terrorismo. A la autora no se la puede acusar de tal inmaterialidad. Su relato Un detalle menor narra en un entrelazado artefacto literario la violación de una palestina menor por unos militares israelíes en la conquista de los territorios palestinos de 1948.
La metáfora recoge los mimbres coagulados de la realidad pasada y presente en Palestina. Bajo una falsa conciencia de no quererse identificada con la masacre terrorista, la organización de la Feria de Frankfurt se retracta de los pocos valores que le quedaban al margen del valor de cambio. Así de fuerte es la campaña cultural que lleva a toda una pretendida señora feria cultural a declinar sus propios criterios en función de si el autor o autora de tal merece ser cancelado por la coyuntura política. Todo esto ocurre mientras la trama del libro de la no premiada está dando para miles de libros. Yo calculo que 12.674. Puestos a ser obscenos, los que disfrutan con las matanzas de Hamás y quienes se deleitan con los crímenes del Estado israelí – uno de cada tres palestinos muertos es un niño, según la ONU – no verían consecuente que se cancelara a ningún autor o autora israelí por los casi tres mil muertos palestinos bajo los misiles israelíes. Eso sería una atrocidad. La moral europea, en cambio, está muy alta, aunque marque poco en el mercado de valores.