El presidente Erdogan anunció el 29 de febrero que las fronteras con Grecia se abrirían a los millares de refugiados que huyen cada día de Siria hacia Europa. La tribulación del presidente no es humanitaria. Pretende presionar a la OTAN a que lo respalde en sus ataques militares contra el régimen sirio y sus aliados rusos. La advertencia militar de Erdogan hizo resonar en Grecia las trompetas hostiles a los refugiados que a sus costas llegan huyendo. Los medios de comunicación corearon la postura de puertas cerradas y acoso a los migrantes, alertando de nuevas «hordas» de refugiados. Un niño sirio de cuatro años se ahogaba en las primeras horas del lunes 2 de marzo. El enclenque bote con el que trataba junto a decenas trataba de alcanzar la costa volcó frente a la isla de Lesbos. Ese niño sin nombre, pero con pasado, de haber podido llegar a la costa se hubiera encontrado con una multitud que no deja desembarcar a los exhaustos equipantes de pateras y balsas. Patrulleras guardacostas disparan también contra las embarcaciones a menos de media milla de la costa griega.
En la frontera greco-turca a lo largo del río Evros se agolpa una multitud agarrotada por el penetrante frío y el miedo a perecer disparada en el mar o ahogada. Esa multitud no va a dar la espalda a su intento de llegar a Europa. Regresar a su devastado país es volver a una muerte segura. Los que cruzan el rio Evros son empujados por el ejército y los guardias fronterizos, recibiendo balas de goma, gases lacrimógenos y granadas sonoras. Grecia ha anunciado que no concederá asilo a nadie.
Kyriakos Mitsotakis, el líder de Nueva Democracia y primer ministro de Grecia desde julio pasado, prometió mano dura con la inmigración. En la isla de Lesbos, 25.000 personas se hacinan en el campamento de Moria. Su capacidad es de 3.000 personas. El campamento es una urbe que se ha convertido en una trética megápolis con sus suburbios de de tiendas de campaña e improvisados caminos enfangados. El campamento de Moria se ha convertido en una cárcel. En una cárcel europea. Ningún estado de la Unión Europea muestra el más mínimo interés en acoger a ningún emigrado en suelo griego. la situación sin solución desde hace meses ha tenido una consecuencia concreta: la mayoría de los habitantes oriundos de Lesbos votó a Mitsotakis para que solucionara el colapso que vive la isla. A finales de enero el gobierno anunció que construirá centros de detención cerrados en las islas.
La población de Lesbos se preguntó entonces cómo un segundo campamento en Moria ayudaría a eliminar el hacinamiento. El periodista Yiannis Baboulias narra cómo respondió gobierno: enviando decenas de policías antidisturbios. Llegaron a las islas al amparo de la oscuridad el 24 de febrero y desembarcaron en formación militar. Se encontró con una resistencia feroz, y la policía tuvo que encerrarse en el campamento del ejército kiriazi en Lesbos, mientras los isleños atacaban la puerta con piedras y bombas de gasolina.
«Nuestra principal prioridad en esta etapa», tuiteó Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, «es garantizar que Grecia y Bulgaria tengan nuestro pleno apoyo. Estamos preparados para proporcionar apoyo adicional, incluso a través de Frontex en la frontera terrestre». Grecia e Italia pafecen prepararse para ser estados carcelarios para los refugiados que intentan cruzar a los países «centrales». Las islas históricas del Mar Egeo Oriental se convierten en prisiones.