Como si el atardecer cerrando sus párpados de lila obligara a ensanchar miles de pupilas y retardar millones de pasos. Las aceras suenan como un coro de adagios. Las voces huyen de las fruterías para coger ensimismadas los colores selváticos de los mangos, las papayas, de las mandiocas y el yute, de las yucas como