Cayeron debajo de mis pies
(Salmos, 38)
Mientras se prepara la primera andanada de las rebajas salta la noticia: el Tribunal Penal Internacional ordena el arresto de Netanyahu y el de Mohamed Deif, jefe del brazo armado de Hamás, Al-Kasem, aunque a este Israel le da por muerto por el brazo militar de sus asesinatos selectivos.
Hay quien cree que Israel está luchando una batalla por la civilización contra los terroristas para que Occidente no tenga que hacerlo. Hay quien cree que el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023 fue totalmente contraproducente para la causa palestina. Lo cierto (no sé si cierto pero si triste) es que cualquier creencia – islamismo, etnonacionalismo judío – se materializa en polvo, pólvora y humo.
Hay quien puede opinar que esto es despolitizar y descontextualizar el conflicto. ¿Dónde situamos el origen, las causas que han traído estas consecuencias genocidas (44.000 muertos en Gaza)? Hay quien piensa que Hamás adopta la resistencia armada para poner fin a una ocupación considerada ilegal según el derecho internacional. Otros que la vía diplomática es la única solución. Ninguna de las dos estrategias consiguieron ni consiguen concesiones políticas por parte de Israel, que sigue controlando todos los aspectos de la vida en Gaza Y Cisjordania. Quizá el génesis (término bíblico) está en la partición del territorio palestino en 1948, propuesto por la Asamblea General de las Naciones Unidas que otorgaba el 56% de Palestina a la comunidad judía que en aquel momento representaba aproximadamente un tercio de la población. Después Israel se hizo con el 78%. Así hasta los Acuerdos de Oslo que segmentaron Cisjordania en zonas diferenciadas, hasta el punto de que solo el 18% era administrado abiertamente por la Autoridad Palestina.
Por otra parte parece que un requisito indispensable para la paz es que Hamás reconozca a Israel; cabe preguntarse si la reciprocidad es la misma ¿Israel reconoce de facto a Palestina como nación? Muchos de los partidos políticos del parlamento israelí, incluido el partido mayoritario, el Likud, ni siquiera reconocen la existencia de un pueblo palestino, mucho menos la posibilidad de un Estado. Pero hay una salvedad: Hamás se mantiene en su principio ideológico de no reconocer a Israel pero acepta las fronteras de 1967, lo que indica un reconocimiento implícito de la nación judía, la misma que sigue ensanchando sus pasos debajo de sus enemigos, y no parará hasta acabar con ellos.
Para saber más:
El laboratotrio palestino, de Antony Lowenstein. Capitán Swing, 2024.228 páginas. 23 euros.
Hamás, de Tareq Baconi. Capitán Swing, 2024. 448 páginas. 27 euros.
Israel
Había pueblos antes que vosotros
en la Tierra Prometida
– cananeos, amalecitas, amorreos,
medianitas, moabitas, anaceos,
heteos, fereceos, heneos, jebuseos –
y llegasteis como hurones
que cazan animales excluidos
por Jehová y los expulsasteis
con ráfagas y alta tecnología
de vuestras armas que hacen a Dios
agente de la propiedad
llegasteis de otras arenas desérticas
y Tomamos entonces todas sus ciudades
y destruimos todas las ciudades,
hombres, mujeres y niños;
no dejamos ninguno.
Deuteronomio, 21-30
Así fue, así es.