Fueron ocho horas en el Palacio del Elíseo. Algunas de las autoproclamadas cabezas intelectuales de Francia compartieron con el presidente Emmamuel Macron la preocupación por las revueltas sociales que recorren el país. A pocos kilómetros aún las calles parisinas reflejaban la batalla campal entre chalecos amarillos y CRS. Los intelectuales, fieles al aristocrático liberalismo palaciego, se mostraron aturdidos por tanta violencia larvada. El ensayista Pascal Bruckner, según cuenta el corresponsal del diario El País, denunció la anarquía creciente que hace de Francia un país en un estado de casi guerra civil larvada, en el que el odio de todos contra cada uno parece triunfar”. Frédéric Worms apuntalaba: “En Francia se ha desarrollado una ideología anti intelectualista, contra la ciencia, contra los principios universales, contra nuestras instituciones de enseñanza, de información, de investigación, de debate, incluidos los cafés”. De madrugada, se levantó la reunión de Palacio y los intelectuales volvieron a sus aposentos. ¿Y si Francia viviera una revuelta contra el Uno, ese todo que más que nadie representa Macron?
El chaleco amarillismo Ce Quel c´est il? La necesidad modernista de redefinir con novedosos conceptos viejos procesos, oculta que la Francia bonhonour se enfrenta a las Francias de vaquero y abrigo desgastado, a la Francia desclasada de chándal y barrios populares, a la Francia canalla de las banlieus.
La única certeza sociológica es que, a diferencia de otros episodios sociales, ni el gobierno ni el impoluto presidente han sido capaces de neutralizarlo mediante la negociación y el consenso. No existen interlocutores a los que los medios de comunicación metropolitanos y el presidente puedan segregar del colectivo polimórfico de los chalecos amarillos. No existe manzana que darle a morder. No hay programa de exigencias más allá de las destituyentes que se pueda negociar o hacer cumplir. Las algaradas periódicas recuerdan que la chusma sigue ahí, irresuelta su condición y por tanto perenne su no menos injusta condición.
Alexis de Tocqueville explicaba así los pormenores de la revolución de 1848 en Francia: “Aquellos vicios se debían a los instintos naturales de la clase dominante, a su poder absoluto, al relajamiento y a la propia corrupción de la época. El rey Luis Felipe había contribuido mucho a acrecentarlos. Y él fue el accidente que hizo mortal la enfermedad”. Macron ha sacado a los militares a las calles de París. Quedan prohibido para los chalecos amarillos manifestarse en los Campos Elíseos y las céntrocas calles parisinas. las manifestaciones persisten a esta hora por calles aledañas.