Ante 21 millones de televidentes franceses el presidente francés Emmanuel Macron abanderaba un humanismo tipo concorde el 2 de mayo. Ascendente, luminoso hacia el etéreo vapor del altar de la virtud inmaculada. Esa inmaculada virtud era a la vez la de Francia y la de su etéreo gobierno:
– Cientos de civiles ucranianos han sido asesinados. (…) Apoyamos a Ucrania.
Pero las verdades como puños no evitan esconder un gusto escondido de cianuro gubernamental. Entre 2015 y 2020, ya después de que Rusia invadiera Crimea, Francia vendió material de combate de alta tecnología a Rusia por valor de 152 millones de euros. Las empresas Thales y Safran, en las que el Estado francés tiene participación, son las que obtuvieron mayor beneficio de esta fraternal cooperación franco-rusa.
El portal disclose.ngo publica dos albaranes confidenciales con envíos a Rusia aprobados por El Eliseo.
Se desconoce la eficiacia del material de alta tecnología vendido por Francia en la invasión rusa en Ucrania y el número de muertes que ha podido aportar a los trofeos del ejército de Putin que se cuentan por varias decenas de miles de civiles.