José Antonio Tamargo es un curtido periodista cubano – Boletín del Libro cubano, Editorial Orbe, Antena 3 TV, El País, Europa Press – desarrolla dos grandes virtudes en su libro Cuba en su encrucijada: ¿continuidad o transición?, recientemente publicado por Amazon. Desgrana los dientes de sierra del engranaje del poder en Cuba, su devenir con la biela que era Fidel Castro y que su hermano Raúl y Díaz Canel han retomado con evidentes contradicciones. Tamargo desvela que el bunker del régimen, el palacio de la Revolución en La Habana, urde entre sus bambalinas una transición a la española ante el colapso de infra subsistencia que vive el país. La revolución ha desvanecido los sueños. La utopía real es llegar a fin de día. Los cubanos son un ejército armado con los fusiles del humor que desde el 2018, con el movimiento San isidro, desafía la jerarquía cubana y su poder gerontocrático. José Antonio Tamargo resume tonelajes de datos oficiales del propio régimen. Analiza las medidas y las volteretas políticas y, sobre todo, la lucha que el discurso ideológico viene enfrentado a la realidad económica y cotidiana de los cubanos. Estos, asegura Tamargo, antes que recuperar las libertades de opinar, de crear, incluso de pensar, prefieren la libertad primaria del alimento y el techo.
Sostiene Tamargo que Raúl Castro está convirtiéndose en una especie de Arias Navarro español en la Transición cubana. El heredero de Fidel no está destinado a impulsarla, pero al igual que Arias, sin ellos, la transición no sería posible.
“La actual cúpula de poder en Cuba, con el presidente Miguel Díaz-Canel al frente, vigilado muy de cerca por Raúl Castro, que, aunque retirado del poder público, lo controla entre bastidores, se enfrenta a dos escenarios que marcarán el futuro del país: salvar la revolución o enterrarla”, resume Tamargo la coyuntura del poder en Cuba.
Si la nomenklatura del partido y los cubanos de a pie quieren salvar la revolución, añade, “la única posibilidad de hacerlo es abandonar el comunismo y volver a los orígenes de la revolución cubana. Esos orígenes nada tienen que ver con el comunismo. Era un movimiento de izquierda, populista, progresista, nacionalista, pero no era comunista”.
El lema “Somos continuidad”, que Díaz-Canel pronunció cuando asumió todos los poderes de la isla, “lejos de garantizar la salvación de la revolución, puede conducir a su muerte definitiva”.
Cuba es un fetiche político del tercer mundo, un suvenir del turismo en horas menores. Una isla que extrae Níquel y algo de petróleo, azúcar en muy lejana cantidad. La vida en la isla es una gesta que se esconde en la comisura del estraperlo organizado por los miembros de la nomenklatura. El libro Cuba en su encrucijada: ¿continuidad o transición? de José Antonio Tamargo explica cómo ha llegado el país hasta aquí y qué callejones, pocos, sin demagogias ni dinteles ideológicos, se le presentan en la esquina no de la historia sino del simple mañana.