En el tren Bubanishwar-Calcuta, Puri Express; traqueteante vagón de tercera clase, Allen Ginsberg medita: » el mundo es muchas cosas a la vez y no sólo una cosa detrás de otra«. Ante sus ojos obtusos, desenfocados, luminiscencias violáceas en el lecho de las aguas. Los Diarios Indios de Ginsberg, publicados por Escalera, recogen su periplo en la búsqueda de un oasis hedonista que pudiera ser Tanger, Nuevo Mexico. Pero es nada menos que La India. Intimos, oníricos; abierta obscenidad de la que objeto su amante Peter Orlovsky, aún con mayor fiereza que la que incendiara a la bienpensante clase media americana con el poema Aullido. Quizá eso explica que, habiéndose redactado en 1963, estos diarios sólo vieran la luz en 1970.
¿Qué podría hacer yo con el mundo qué sugerencias pacíficas, podría aportar para solucionar «el problema del mundo»? ¿unirme a los comunistas? ¿vengar a Lumumba? Eso estaría bien y agradaría al FBI, ¿unirme al FBI? jamás me admitirían. Una corporación hermética, el Gobierno es una gran corporación, yo no soy más que un poeta, pobre de mí – Al menos puedo decirlo sin miedo a contradecirme. ¿Levantaos prisioneros de la hambruna! ¿Cuántos como yo existen aún?

Crematorios en la orilla del Ganjes, vacas bajo la luna llena comiéndose las cuerdas de sujeción de los cadáveres que las literas dejaron caer en la arena junto a las pilas de leña donde arden los cuerpos amontonados.
Búfalos en las calles. Saddhus en el porche. En las horas que violetean la calma del Ganjes, revolotean por los recodos el aroma de los cazos de lentejas danzando con el de las cachimbas y el hachish. Kali Yuga.
Aún cuando todos se atiborraran de pato a la pequinesa en salsa de naranja, y tuvieran dos hijos ¿No carecería más que nunca la vida de sentido?
Ausencia de planes. Risa y la paciencia de la nada. De la inmensa nada de la vida que convive con la muerte.
WC Williams está muerto (…) Williams muerto? Entusiasta, ojos como platos bajo al osa mayor pero ahora/ la gran caída de edificios y planetas/ atraviesa los muros del lenguaje y me/ sumerge para siempre en la pesadumbre del Ganjes/ sin más escapatoria que vía Bangkok y Nuev York rumbo a la muerte
Le dejo la inmortalidad a otros para que sufran como un necio,/ no te quedes tirado en un rincón del universo/ metiéndote morfina por el brazo y comiendo carne.
Diarios Indios Allen Ginsberg Editorial Escalera