Vamos a pronunciar una herejía: Kepa Murua y Beñat Arginzoniz son dos poetas vascos. Y ahora, a cometer un crimen contra el canon posmoderno de la cultura vasca: Kepa Murua y Beñat Arginzoniz son dos grandes poetas. Las dos aseveraciones son tan ciertas como el día y la noche. No vais a encontrar a Kepa Murua y Beñat Arginzoniz en las reseñas de medios serios ni en los festines que se realizan en las aletargadas aletas del perenne departamento de cultura del Estado vasco. Quizá Murua y Arginzoniz sean dos Neville convertidos en Gregorio Samsa. Tampoco encontrarán a Murua y Arginzoniz entre los poetas pastoriles en las pretendidas y serviles afueras de la corte autónoma y los tugurios ideológicos. Murua no es el único poeta o escritor marcado con la estrella del apatrismo y la traición. Sí. Apátrida y traidor. De todos.
El último libro de Kepa Murua ha sido publicado por una editorial cántabra, El Desvelo. Y el último de Beñat Arginzoniz lo ha editado su propia editorial, Gallo de oro. Observen el panorama. En Santoka Taneda.El maravilloso dolor de estar vivo, el poema busca el placer de su esqueleto y el vigor desocupado. Por ello Santoka Taneda escribía haikus, incluso reduciendo y alterando su composición habitual. En ellos, el poema no crea, sino que es el cuerpo simbiótico con la diversidad de la naturaleza. El aspecto físico y los estados mentales de Santoka reflejan en el poeta las leyes biológicas y la constitución orgánica de ambos
“el haiku no es un grito, un suspiro o un bostezo. Es más bien la respiración profunda de la vida”.
Santoka Taneda (1882-1940) fue alguien cuyo caminar, detenerse, sentarse y acostarse son completamente haikus. Lo que parece sugerir que se trata de una forma “profundamente arraigada en el vital sentir y en el sentido rítmico de la lengua japonesa” (F. Rodríguez Izquierdo), utilizando palabras de uso cotidiano.
Desde lo alto
Orino sobre el pueblo dormido
O contemplación renunciadora
La luna sale
No espero
Absolutamente nada
El haiku recibe del taoísmo la exigencia de espontaneidad, el tono de ingenuidad y el conocimiento de la realidad sin la mediación de la autoconciencia del yo. Del confucionismo le viene la connaturalidad, el corazón de compenetrarse con la naturaleza o la confusión de sujeto y objeto. Es el haiku un espejo donde se mira esa poesía que debe ser breve, sobria, contenida y sin extravagancias. El tono puede ser grave o ligero, religioso o satírico, triste o humorístico, más no hay intromisión discursiva en la expresión de la desnuda sensación.
De todo esto Beñat Arginzoniz hace, con partes de los diarios que el poeta vagabundo no destruyó, e intercambiando numerosos haikus del propio Santoka, un texto, que como en Seis poetas bajo la luna, sirve como efecto de llamada para atraer la poesía y a algunos autores a nuestra receptividad.
Kepa Murua hace un viaje volcánico en su poemario Orfandad. Estos setenta y cuatro poemas suponen el magma incandescente de una ausencia significante para el poeta: la de su madre fallecida. Murua recurre a un despliegue imaginista, a una dificilísima sencillez compositiva de planos y escenas y al uso de numerosas técnicas poéticas para ofrecernos a un poeta cuyo sujeto ha quedado vacío y huérfano, pero al mismo tiempo sabedor que su sustrato existencial solo se ha movido de eje, que es la figura compleja de la madre muerta. En ese desvelo – y no es casualidad sino quizá causalidad que la editorial que edita este libro sea El Desvelo – de la muerte y su rastro efímero, Murua repasa sus todos yoes que iban creciendo a la sombra de quien le dio la vida como si ese crecer con la figura totémica y abarcadora fuera ya un morir un poco.
Murua no deja rincón que no podamos ver, iluminando las entrañas del ser que nunca es ni siquiera mínimamente nuestro.
El violentísimo oficio del poeta pasa intacto a nuestro desasosiego. Murua recicla escenas vividas de pueblo, de habitaciones cerradas, de días simbólicos que se transforman en el anticipo gris del futuro. La muerte reúne todas sus violencias. En estos versos está también una sociedad que tiene a veces una lasciva relación con los muertos. Orfandad es uno de los grandes libros escritos en español en los últimos veinte años. A pesar del silencio mortal.
Santoka Taneda. El maravilloso dolor de estar vivo. Gallo de oro.2024. Beñat Arginzoniz. 160 páginas. 19 euros.
Orfandad. Kepa Murua. El Desvelo ediciones, 2024. 148 páginas. 14 euros.