Puede que crean al CIS, que dice que la corrupción sólo preocupa al 37,4% de los ciudadanos. Puede que la corrupción no preocupara años atrás más que a una minoría exaltada, radical y hasta contracultural. La transición permitió a la cultura franquista enquistada en su propia corrupción, mudar su piel en una modernidad democrática recién estrenada. Los valores que avivaban la corrupción “por abajo” – justificados en la picaresca y en las proximidades cotidianas de cada cual con el poder – pasaron por la Transición hasta quedarse instaurados o impolutos hoy en día. La cultura instaurada en esa Transición hizo más que el Poder mismo para legitimar el mismísimo poder que era el poder de siempre y de hoy. La cultura de vedettes progres no se metían en política a cambio de que el poder se metiera en cultura para subvencionarla. La élite de corralito cultural se ha convertido en una clase endogámica: durante 40 años unos, en los jurados, han otorgado premios a otros, concursantes, y viceversa; unos han obstruído cualquier atisbo de cultura certera , otros han legitimando simbólicamente el orden monárquico recibiendo, o pujando por, premios reina Sofía o príncipe de asturias o de este tipo.
La impostura y el pesebre ordenan el Belén de la cultura dominante desde la Transición. Las figuras de los reyes magos, hacedores del poder que traen los regalos a los que no se han movido del Belén, certifican que todo está en ORDEN. Ese orden comenzó con aquel lema «libertad, libertad, sin ira libertad, guárdate tu miedo y tu ira» y culmina con el concierto serenata de popes progres como Sabina o Miguel Rios cantando a talonario por un Madrid urbanistico pelotero para los juegos olímpicos de 2020.
La cultura de la transición inculca como valor supremo despojarse de los valores. Es legitimar el oportunismo del poder, o donde dije digo digo diego. O como lo plasmó Krahe en su Cuervo Ingenuo – y lo pagó – «lo que antes ser muy mal, permanecer todo igual, y hoy resultar excelente». Del Otan no, al Otan por supuesto del PSOE que contó con el apoyo de estos insignies personajes: Juan Benet, Julio Caro Baroja, Jaime Gil De Biedman, Juan Marsé, Jorge Semprún, Adolfo Domínguez, Juan Cueto, José María Guelbenzu, Assumpta Serna, Luis Antonio De Villena, Sancho Gracia, Santos Juliá, Javier Pradera, Michi Panero….
Su réplica sísmica está en ese muñeco roto de nombre Rajoy con su no subida de impuestos y sus impuestos latrocinadores. No es extraño que el mundo de la cultura no haya dicho ni pio.
Según Ignacio Echevarria [1], citando a Vázquez Montalbán, la complicidad que , al poco de morir Franco, se estableció en España, tenía por objeto «la conformación de una sociedad fundamentalmente burguesa, cuya vanguardia, militara en la socialdemocracia o en los centros democráticos, había de ser la gran protagonista y beneficiaria de la Transición y la que aportaría cuadros, cargos y dirigentes a casi todas las formaciones políticas y todos los estamentos de poder, que son la verdadera silueta del establishment democrático».
Quien esto escribe nació en 1971. La suya es una generación que en los albores de 2000 se incorpora al mercado. Y al mercado del pesebrismo político, sindical, artístico, administrativo. Habiendo bebido de la cultura del pelotazo y la corrupción pop precedente, iba a ser difícil que fueran otros sus valores: ahí están ahora los nacidos en 1971 en los sumideros del PNV, PSOE, CIU, IU, UPyD, PP, Bildu, y sucursales cántabra o asturiana de chiringuitos volátiles.
Pasteleo cultural
Estos son titulares de prensa que ponen en evidencia la piel muerta que hoy es la cultura dominante:
El escritor César Vidal se alzó anoche con el premio CIudad de Torrevieja, dotado con 360.000 euros concedido por el Ayuntamiento y la editorial Plaza & Janés (…) la obra finalista fue La Orden negra, de José Calvo Poyato, hermano de la ministra de Cultura
Javier Pradera, jefe de la sección de opinión de El País, ah obtenido el premio Francisco Cerecedo, dotado con un millón de pesetas por la asociación de Periodistas Europeos de la que Pradera es vocal
Letizia Ortiz recibió en 2000 el premio Larra que concede la asociación de la Prensa por su labor como Mejor Periodista menor de 30 años
Lucía Etxebarría sí plagió a Antonio Colinas. La escritora lo negó a pesar de las pruebas aportadas por un reportaje de Interviú. Etxebarría ha ganado con la novela Un Milagro en Equilibrio la 53 edición del premio Planeta, dotada con 601.000 euros. Primero fue el Planeta de novela, luego el Primavera y ayer el premio planeta. Todo dentro de la misma editorial y en sólo seis años.
Juan José Millás gana el Planeta de novela y Boris Izaguirre queda finalista. Con este premio MIllás iguala el hat trick editorial que ostentaba Lucía Etxebarria.
Fernando Savater gana el premio Planeta con La Hermandad de la Buena Suerte: «es una novela desgrasada, no fat, que no engorda».
Racionero reprodujo pasajes enteros de un libro de 1921 para escribir su Atenas De Pericles. El ensayo del director de la Biblioteca Nacional sobre la grecia clásica fue publicada en 1993
Y un espejo
El duque de Palma, Iñaki Urdangarín, fue hoy galardonado con el premio a la notoriedad y la excelencia en el ámbito deportivo en la gala de los Premios Gaudí Gresol en Reus. También fueron premiados Andreu Buenafuente, el director de TVE, Xavier Pons, entre otros
Piel muerta.
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[1] Extraído del imprescindible libro colectivo CT o la Cultura de la Transición, 2012. DeBolsillo
[2] idem, capítulo El año que tambiñen hicimos promoción, de Pepe Campabadal y Colectivo Todoazen