Leer las historias de Guy Deslisle hace palidecer de envidia a cualquier viajero con inquietudes literarias. Ya hace años que en el mundillo comiquero se estableció un género casi o totalmente autobiográfico en el que los autores plasman, muchas veces con absoluta falta de inhibición, ora su vida cotidiana ora algunos momentos de especial significación para ellos. Guy Deslisle, antiguo director de dibujos animados y actual autor de historieta gráfica, se adentró en esta disciplina con su album «Shenzhen» al comienzo de este milenio (Astiberri Ediciones lo publicó en español en 2006). En este album se encuentran ya las características propias que imprimen el sello personal del autor: la descripción de la forma de vida de un país lejano a su Canadá natal, grafismo esquemático reforzado Pandora Charms por textos muy directos, historias independientes de entre una y cuatro páginas, diversidad temática, subjetividad, sinceridad y siempre y por encima de todo, mucho sentido del humor.
A «Shenzen» le siguieron otros álbumes pero sólo tres más, hasta la fecha, merecen incluirse en la misma línea: «Pyongyang» (aparecido en 2003, publicado en español por Astiberri Ediciones en 2005) es virtualmente lo mismo que Shenzen pero en la hermética capital de Corea del Norte; «Crónicas Birmanas (aparecido en 2008, publicado en español por Astiberri Ediciones en 2008) y «Crónicas de Jerusalen» (aparecido en 2011, publicado en Español por Astiberri Ediciones en 2011).
Shenzen, la visión de China
«Shenzen» narra las experiencias del autor, vividas durante un mes de trabajo en China como director de un equipo de animadores subcontratados por una productora europea a finales de 1997. El estilo de dibujo aún no está consolidado y, un poco como le pasara a Hugo Prat con Corto Maltés, se nota cierta indefinición, cierta búsqueda de su forma y trazo definitivos, experimentando con los grosores de línea y los sombreados al carboncillo, lo que le da al album un aire un poco más oscuro que a los demás. El contenido en cambio brilla desde la primera viñeta y marca la tónica general de su obra como autor de libros de viajes: el choque cultural entre oriente y occidente, los malentendidos por motivos lingüísticos o de costumbres, el asombro y a veces el miedo ante un forma de vida completamente nueva.
Pyongang, la visión de Corea del Norte
Pyongyang es virtualmente lo mismo que Shenzen, durante un trabajo en la hermética capital de Corea del Norte. Deslisle trata de integrarse hasta donde sea posible en una de las dictaduras más cerradas al exterior que existen en el mundo, con la única intención de contar aquello que ve. Sin juicios de valor ni de moralidad, su mano dibuja lo que su ojo ve y tan solo en algunas ocasiones se permite comentarios propios desde la perspectiva de un ciudadano universal muy consciente de su pequeñez frente a los líderes nacionales. Pyongyang tiene un atractivo irresistible, por cuanto es una oportunidad de conocer una faceta de la humanidad casi impensable en nuestra Europa actual.
Crónicas Birmanas, la visión de Myanmar
Con «Crónicas birmanas», Deslisle da un giro motivado por su propia evolución personal. Ya no es un profesional expatriado ejercitando sus funciones en países con mano de obra barata; ahora es un hombre emparejado, y padre recién estrenado, con un propósito muy diferente para viajar a Myanmar durante un año: su compañera Nadege, jefa de misión de Médicos Sin Fronteras, se hará cargo de la administración de los proyectos que la ONG despliega en el país, con base en Rangún. Su obra se enriquece así aún más, al añadir la componente familiar y el trasfondo de la acción humanitaria sin perder un ápice de su capacidad de observación de la vida social y política del país.También el dibujo gana fuerza, las lineas se afinan, los fondos pierden protagonismo, el sombreado se usa para facilitar la lectura y rehuye su función estética.
Crónicas de Jerusalen, la visión de Israel
Y la última hasta hoy, «Crónicas de Jerusalén», de nuevo siguiendo a su compañera Nadege a la Pandora Ireland misión de Médicos Sin Fronteras, nada menos que a la capital que más sangre ha visto correr desde su fundación, allá por el siglo XIII a. C. La familia Delisle permanecerá en Jerusalén un año entre 2008 y 2009. Junto al hecho de que es el primer álbum que narra un viaje fuera de Asia oriental, la novedad es la introducción del color, que Delisle usa tan inteligentemente como los sombreados para ponerlo al servicio de la facilidad de lectura: duotonos que van del sepia al azul para sugerir sutilmente estados de ánimo. Se aprecia mucho la propia madurez del autor, padre ahora de dos hijos, quien, sin perderlo del todo, deja el humor un poco de lado para imbuirse en melancólicas reflexiones sobre la condición humana. Es notable que, mientras los anteriores álbumes terminaban con una visión asombrada e incluso divertida ante lo vivido, éste termina con un desgarrador pesimismo sobre el conflicto racial más viejo que se conoce.
Contar de todo un poco…
Los libros de viajes de Delisle se disfrutan enormemente por varios motivos. Sus historias cortas se leen muy rápido, no cansan y son creíbles, y probablemente ahí es donde se produce esa conexión mágica y tan buscada entre el autor y el lector: el primero sabe quitarse de enmedio y dejar que sea el segundo quien saque sus conclusiones. El lector cree en Delisle porque no le impone una idea sino que le describe una situación. Y esa descripción es la de una persona humilde, sin prejuicios, con una visión aguda, que no se cree a pies juntillas lo que su entorno social le dice sino que tamiza la información de acuerdo a un criterio basado en el puro sentido común y en la falta de compromiso que supone el saberse de paso. Delisle puede contar lo que quiera puesto que no debe quedarse en los lugares que visita. Eso es la credibilidad: visiones razonadas y desinteresadas de una realidad a veces cercana y a veces inalcanzable.
La acertada mezcla, sobre todo en los dos últimos álbumes, de la vida personal con la crónica periodística imprime un ritmo ligero a su obra, que capta la atención de todos los públicos. Los padres se verán reflejados en sus aventuras con sus hijos (a ratos, las historias adquieren tintes del manga «Lobo solitario y su cachorro» de Kazuo Koike), los ilustradores se verán reflejados en su pasión por dibujarlo todo, los médicos atenderán a las historias relacionadas con MSF y quienes probablemente leerán con más atención estos álbumes serán los viajeros que visitaron esos lugares, al encontrarlos de nuevo revisitados gracias a la magnífica combinación de talento creativo y espíritu periodístico de este singular autor.