Un aire seco contundente levantó los papeles de la mesa de la jueza Corinne Goetzmann, presidenta del Tribunal correccional de París. Este 12 de abril es el día de una histórica sentencia: la policía francesa y el ministerio del interior urdieron un montaje terrorista contra un grupo de jóvenes disidentes de la localidad de Tarnac. Desde hace años se oponen al perjuicio que supone la construcción del tren de alta velocidad Lyon-Turín. A las cuatro de la madrugada del 8 de noviembre de 2008 fueron detenidos Julien Coupat y Yldune Lévy. Se les aplicó la ley antiterrorista de inmediato. Y a continuación se instruyó contra ellos toda una acusación de organizar un grupo terrorista ubicado en la comuna de Tarnac. Han sido dos gobiernos, con sus dos ministros del interior los que alertaron del peligro de «los 9 de Tarnac». Parecía como si el gobierno detectara que la debilidad del propio sistema se hallara en las propias infraestructuras. Diez años después, el montaje policial cae a los pies de la sentencia de la jueza: no existió grupo terrorista alguno. Para el abogado Jérémie Assous, » es una humillación para los servicios antiterroristas de entonces, para el juez de instrucción». Va más lejos este abogado de la mayoría de los jóvenes de Tarnac: en cualquier estado de derecho, este caso hubiera tenido una resolución mucho antes.
Las hogueras de la lucha se elevan en los cielos franceses. La línea de alta velocidad Lyon – Turín es una trágica y prolongada lucha de los David de pueblos y colectivos contra el Goliat del estado y las multinacionales de la construcción, incluida la LTF que construye esa línea. Este incipiente abril ha llevado a los campus de las universidades en París un aire contestatario que junto a las incipientes manifestaciones sindicales están poniendo a prueba la firmeza del gobierno de Macron.