
Me permito un juego de palabras, una inversión de términos: empresario y empresaurio. Florentino Pérez ha vuelto a ser elegido presidente del Real Madrid. La cosa viene de lejos, creo que veinte años seguidos en el cargo y otros seis antes. La cuestión de tan alto grado sobresaliendo, sin hurgar con el dedo episodios más lejanos, prevalece desde cuando Aznar era presidente con la grandeza de ánimo de ser el presi con más imputados en su gobierno, y Florentino el presidente de la empresa ACS, líder en sanciones por amaño de contratos con más de ochenta millones de euros de sanción en tres años.
Hablamos de los favores de la corrupción del Estado y de las relaciones de poder existente. Florentino tiene a la prensa española a sus pies, quita y pone directores y amordaza a los pocos incómodos.
Fonsi Loaiza dice en su libro Florentino Pérez, el poder del palco, que surgido al calor de la pequeña burguesía franquista y del aprendizaje de una carrera política frustrada, ha levantado un imperio construido sobre ACS y R.M.
Como explicó Bárcenas “no necesita intermediarios, todo se hace en el palco”.