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Turbulencias de poder en la Guardia Civil. la Unidad Central Operativa, UCO, encargada de perseguir el crimen organizado, no tiene dinero con el que perseguir el crimen desde julio. Así lo comunicaba el coronel Sánchez Corbí el mes pasado en una nota interna enviada a todos los responsables. «Queda temporalmente suspendida cualquier actividad de la Unidad Central Operativa y sus unidades subordinadas que requieran obligatoriamente realizar gastos de la partida de los ‘Fondos Reservados´”. La nota fue filtrada por la agencia Efe de noticias estatal, y controlada por el gobierno, el 24 de julio. Y ha desatado una caída de cargos en cadena ordenada por el actual ministro de interior, Fernando Grande-Marlaska. El coronel Sánchez Corbí ha sido destituído «por falta de confianza» y los opacos fondos reservados de la Policía Nacional y de la Guardia Civil están bajo el control del comisario José Antonio Rodríguez González, apodado ‘Lenin’ y muy próximo al PSOE. Las aguas se agitaron en la Guardia Civil hace un mes. ¿Cadena paulatina de sucesos para una destitución organizada? Pero aún estaba por llegar otra crisis en el seno de la benemérita española: el sucesor en la UCO es Francisco Javier Sánchez Gil, de 54 años que nunca ha dirigido un grupo de investigación sino que ha estado al mando de la unidad de intervención.
Algunos sindicatos «admitidos» – la Guardia Civil es un cuerpo militar sin sindicación permitida – han puesto el grito en el cielo. Que alguien apodado «Lenin» controle los dineros produce temores; su cercanía al PSOE, partido ahora en el gobierno, levanta suspicacias. El final del coronel Sánchez Orbí es el de alguién que no tenía quien le escribiera a ambos lados del poder. No ha contado con la confianza del PSOE por su sincera nota sobre la precariedad económica. Pero el PP ve con buenos ojos su final. Sánchez Orbí dirigió la Unidad que investigó por orden judicial las últimas tramas de corrupción y que han llevado al fín del gobierno del PP.
Lo cierto es que las oscuras nubes cantan traer lloviznas. Una borrasca de control partidista se atisba en el horizonte de los mandos clave de la Benemérita: la UCO y los fondos reservados.
El ministro multicolor
El nuevo tablero de peones que está haciendo el ministro Grande Marlaska es el incio de una partida en las que no tiene todas las piezas. Lo cierto es que Fernando Grande-Marlaska ha llegado a ministro de la mano más insospechada, el PSOE, a quien se ha aproximado a última hora. El entonces juez, de marcado talante conservador, ha hecho desde 2015 giños al Partido Popular y a Ciudadanos con muy pocas disimuladas ansias de optar a un cargo ministerial. Finalmente lo ha conseguido de la mano del PSOE. Y no con pocas carambolas.Grande Marlaska debe hoy su cargo en un gobierno del PSOE a que hace dos meses escasos una demoledora sentencia sobre la trama Gürtel del PP provocó un voto de censura y el cambio de gobierno.
Todo ocurrió a pesar del entonces juez Grande-Marlaska. En los comienzos del juicio por la trama Gürtel, dos jueces iban a ser miembros del jurado que dictaría sentencia sobre la trama Gürtel. Los jueces Enrique López y Concepción Espejel fueron apartados de la causa por su manifiesta proximidad con el PP. Fueron los jueces de la audiencia nacional quienes dirimieron en votación apartarles. Fernando Grande-Marlaska votó a favor de mantener a Concepción Espejel como jueza del caso Gürtel. Espejel fue apartada por 10 votos frente a nueve.Como ironiza la revista Mongolia, de haber sido jueza Espejel, la sentencia de la trama Gürtel es posible que no hubiera incluído al Partido popular como beneficiario direcvto de la trama. Fue esta demoledora sentencia la que propició la moción de censura que derribó al gobierno del PP. Los vientos cambiaron abruptamente. Pero el juez trabajó para ponerse a su favor. Ha destituído al coronel que estuvo al mando, entre otras, de la investigación de la Gürtel sin la que nunca hubiera sido ministro.Los nubarrones siguen.