No tengo por costumbre hablar sobre las películas del mainstream. Entiendo que ya hay otras plumas dedicadas a ese fin, pero como las normas son para romperlas si la ocasión lo requiere, en esta ocasión reuniré unas cuantas letras para referirme a la película “La Voz Dormida” del director Benito Zambrano, acreditada con varios Goyas y algún que otro galardón de renombre.
Si mal no recuerdo, fue un inglés, el director Ken Loach, el primero que en 1995, con “Tierra y Libertad” abrió la veda para llevar al cine la guerra civil española. Enfocó su relato en un plano más cercano al racionalismo revolucionario que a las consecuencias derivadas de la batalla y las miserias de post guerra. En su momento su propuesta fílmica nos sorprendió. Y lleva camino de perpetuarse cual clásico a imitar.
Después las pantallas se inundaron de temas guerra civilistas con tratamientos flojos de partisanas sin guion, Molas malos pero con códigos tan solo entendibles por espectadores muy versados en historia o faunos carentes de anclaje con la realidad. Material olvidable o para pasarse por televisiones de ámbitos locales en horario nocturno. Este súbito auge de películas guerra civilistas se podía achacar bien a la explotación de un filón o quizás tan solo a una repaso para añorantes, siempre sin olvidar señalar que por lo general que las tramas adolecían del más mínimo realismo en las puestas en escena y en las tramas.
La Voz Dormida, se asienta en un guion basado en la novela de Dulce Chacón. Realizada con buena intención, le sobra iluminación. Hollywood influencia tanto a este cine enfilado al gran taquillaje, que se sacrifica la luz mortecina, un toque de identidad imprescindible para transmitir realismo al ambiente de la época. La película pretende recrear un tiempo sórdido de oscuridades y cuchicheos, incluso tiene decorados muy meritorios, pero sucumbe a un iluminismo inapropiado. También los peinados de un tiempo en que la gomina y los cortes de pelo al rape en los caballeros, adornadas sus caras con delgado bigotillo y en el que las damas lucían sus inconfundibles moños y pañuelos, parece ser que se omiten aquí para sucumbir a estrellas y estrellos con peinados actuales. Errores o concesiones que alejan la película del realismo crudo que aspira transmitir.
Hasta el momento, pocas veces hemos encontrado un tratamiento tan duro como en La Voz Dormida, en esta ocasión enfocado en la represión contra las mujeres que perdieron la guerra. El régimen ganador de la contienda se proyecta en este film en su punto más alto de crueldad, no en vano estamos hablando del segundo año victorioso, es decir 1941, momento coincidental con los nazis alemanes en plena euforia invasiva europea. La trama mantiene la tensión del espectador prácticamente de principio a fin. Desde el comienzo se presagia el peor de los finales. La presión solo baja en contadas ocasiones y si no fuera por el ligero comiquísimo que desprende la actriz secundaria, la trama se habría desbordado. Sin embargo falla a la hora de mostrarnos la sensación de miedo que permeaba en la sociedad española de principios de los años cuarenta, incluso del mundo anodino de La Nada de Carmen Laforet que todo lo inundaba. A alguien también se le pasó completar la mirada hacia esa época tétrica de la historia en la que el chivatismo, la sumisión y la sensación de abatimiento social de las gentes eran la norma también fuera de los muros de las prisiones.
Bienvenida de todas formas esta película que deja a los espectadores abatidos en sus butacas. De la misma forma que las películas que tratan el racismo en USA y hurgan conciencias que en su momento no quisieron ver la realidad o prefirieron callar ante las injusticias ejecutadas por el poder en contra de sus semejantes, es decir las películas en las que los norteamericanos se enfrentan a su pasado negro cercano, “La Voz Dormida”, provoca la misma sensación de presión en el pecho de los espectadores españoles. Un tanto lacrimógena, porque la época era así y dificilmente podía resaltarse de otra forma. El director parece que al final del relato dramático se apiada un tanto de las conciencias de los espectadores e incluye una secuencia final abierta a la placidez que evita llegar a un derrotismo sin salida.
Una película perfecta para las personas que deseen resetear su conciencia histórica y empezar a hacer las paces entre sus silencios y las atrocidades. No apta para aquellos que todavía continúan anclados en la formación del espíritu nacional.
Dos tráiler de La Voz Dormida
http://www.youtube.com/watch?v=91yHMtLUKr0
http://www.rtve.es/alacarta/videos/cultura/trailer-voz-dormida-benito-zambrano/1181452/