
Finales del año 1971. Greenwich Village, Manhattan. Arte de vanguardia, eclosión cultural, revolución, pacifismo…. Richard Nixon. Y en medio John Lennon y Yoko Ono. Se estrena esta semana en cines de Estados Unidos y Reino Unido el documental One to One codirigido por Kevin Macdonald y Sam Rice-Edwards. Abarca la vida del cantante y la artista en Greenwich Village y mucho más. Es un caleidoscopio electrizante de un lugar y un tiempo, y también un álbum interior de dos artistas, durante 18 meses, en un momento de liberación para ellos.
Liberados de los Beatles y cansados de la hostilidad de la prensa británica, Lennon y Ono cruzan el Rubicón. Se instalan en un bohemio apartamento de dos habitaciones en Greenwich Village, Manhattan. El John Lennon que aparece en One to One, soporta una recién alcanzada ligereza. Se muestra comprometido con su alrededor, curioso, abierto… y alegre por momentos. Yoko Ono, que ha sido señalada como la causa del derrumbe de los Beatles, se muestra como un artista de vanguardia madura, aunque excéntrica, consciente sobre el costo personal de la campaña de odio dirigida contra ella. Nueva York es para ambos dejar atrás una losa, el mito y sus enfermas violencias, y encontrarse en el lugar donde resucitar.
El documental incluye material privado que no había visto la luz, como grabaciones de conversaciones telefónicas. Lennon creía que tenía su teléfono intervenido y razonó que estaría bien grabar él sus conversaciones si ya lo estaba haciendo alguien más. El documental incluye temas remasterizados de los dos electrizantes conciertos que Lennon dio en el Madison Square Garden en 1972, su última aparición en un escenario.
El documental abre aspectos del activismo político de Lennon poco explorados. Por ejemplo, el vínculo que Lennon y Ono con el activista Jerry Rubin junto con otras estrellas de rock o de la contracultura, como Abbie Hoffman y Allen Ginsberg. En otros momentos, la película crea contrastes temáticos y expone sketches de concursos y anuncios —Cadillacs con coristas en bikini, todo lo que el estadounidense de pura cepa podría desear en la vida— titulares llamativos, extraídos de la prensa y televisión. Aparece Nixon – que detestaba a Lennon –, con su sonrisa fingida, de labios finos y apretada. Reporteros conmocionados, por el motín en la prisión de Attica y su sangriento desenlace. Los horrores de Vietnam.
Sus conversaciones muestran a un artista emocionado ante la electrizante y heterodoxa riqueza cultural y artística de Nueva York. Emocionado cuando intercambia ideas políticas o musicales. Hay un contagio vital por esa efervescencia utópica.
Precisamente el género documental y musical al que recurren Kevin Macdonald y Sam Rice-Edwards en One to One aparece después de que el año pasado se proyectaran en salas La Banda Sonora de un Golpe de Estado, de Johan Grimonprez, documental que que reescribe cómo los músicos de jazz Abbey Lincoln y Max Roach se colaron en el Consejo de Seguridad de la ONU en protesta por el asesinato de Patrice Lumumba. Esperemos que One to one llegue a salas en España.