
La caja B del Partido Popular fue probada en 2018 por la Audiencia Nacional. El Tribunal Supremo ratificó su existencia, y la Audiencia Nacional recientemente considera que el tesorero Rafael Bárcenas, también encausado, era un mero gestor de dicho fondo ilegal. Mariano Rajoy, ex presidente de España bajo cuyo mandato reventaron los casos de corrupción más lacerantes de su partido, el Partido Popular, ha comparecido en el Congreso. Y ha respondido dando una clase de literalidad comparada: todo se trata de una especie de inconexión literaria. La verdad, dice Rajoy, solo viene de la lluvia …. de las sentencias judiciales. Y es obvio que ninguna de las sentencias sobre el proceder corrupto de su partido le sitúan en un papel relevante. Lo literal ¿contradice lo evidente y lo posiblemente imaginable? Rajoy se ha convertido en un Galileo del revés ante un no menos convexo tribunal inquisitorial. Trata de convencer el ex presidente de una nueva teoría del cosmos: los astros de un gobierno elijen su propia órbita según quién los observe, mientras que la órbita del partido escapa incluso a cualquier teoría de la moralidad. Pero Mariano Rajoy dejó en su comparecencia la última tesis de la trans sustancia: nada es ni será, ni siquiera lo que parezca un delito tan grande como un universo, si no se descubre. O dicho en román paladino: solo si te pillan eres un delincuente. Por eso su partido es inocente, él es aún más inocente si cabe, y todo el mundo es, en consecuencia, inocente. Todo eso es lo que Mariano Rajoy dijo en el Congreso. Como si hubiera sentado cátedra, inquirió a sus absortas señorías: “no sé para qué me citaron aquí”. El tribunal no tuvo más remedio que ahuecar el asombro, y alzar el suspiro de impotencia y una insoportable sensación de suma confusión. ¿Será que la corrupción es una ficción en estado líquido y evanescente como la lluvia? ¿O un espejismo onírico en el sueño profundo de la democracia de partidos? ¿Será que la post realidad rajoniana es solo un agujero negro similar al de la aznaridad o a la actual nebulosa sanchiana de estrellas de izquierda? ¿O será que aquella frase de Richard Nixon – «el pueblo tiene derecho a saber si su presidente es un bribón o no, y yo no lo soy» – es un cometa que regresa del espacio y el tiempo?