Fue un 3 de Febrero de 2010. Al presentarse a comprobar lo que unos vecinos decían estar padeciendo, los dos agentes de la Ertzaintza experimentaron algo que no olvidarán en mucho tiempo. De la mastodóntica refinería de Petronor en Muskiz, Bizkaia, emanaba un hedor a benceno que llegaba al ahogo. Los agentes se sintieron mareados y con ganas de vomitar. Igual que los vecinos. Así registraron a las 11 horas sus síntomas. Al de poco más de una hora otra patrulla certificaba las mismas sensaciones. La náusea vital para quienes viven junto al Moloch que es la planta de Petronor no pasó. Horas después continuaba. Una tercera pareja de agentes registró a las 20:00h padecer idénticos síntomas. Sólo sucedía lo que en su lenguaje eufemístico y en sus explicaciones llenas de elipsis Petronor denominó “parada plurianual”, es decir la limpieza de las mastodónticas cantidades habituales de suciedades acumuladas en hornos, chimeneas o depósitos. Y no acabó ese día sino que continúa diariamente. Con episodios aún más alarmantes que aquí se relatan. Esta es la historia del vasallaje que desde hace 40 años Petronor pretende imponer a las poblaciones y barrios cercanos de todo el Valle de Somorrostro. Es el relato este de una lucha de un Goliat al que los liliputienses comienzan a subírsele a la tolva. Petronor expone su mascarada de progreso. Tapa al mismo tiempo con una gigantesca hoja de parra lo que sus emulsiones y las de su progreso gargantuélico laceran en la salud y la vida cotidiana de la gente.
En aquella mañana cubierta de nubes hurañas eructadas por las chimeneas de la refinería, quisimos localizar al Progreso. Visitamos Las Carreras, algún bar, preguntamos por acá, allá. Recurrimos a Muskiz, pasamos Petronor varias veces. A la noche llegamos hasta San Fuentes, barrio alto en la falda del monte Serantes, donde aún a varios kilómetros la refinería muerde unos cuantos metros cuadrados. Sin rastro del Progreso. En algún recodo aparece Petronor como patrocinador de…. Nada que en otros pueblos no cubra el respectivo ayuntamiento. Queríamos ver al señor o la señora Progreso. A fuerza de no hallarlo en las calles de los pueblos y barrios, lo encontramos en otro lugar: una fotografía. 11 de diciembre de 1968, palacio de El Pardo. Francisco Franco recibe en audiencia a los presidentes de Petronor: de izquierda a derecha en la fotografía, Gervasio Collar y Luis, del Banco de Bilbao, John Mc Donell, que representa a Gulf Oil Company, Javier Ybarra y Bergé, que representa a la Caja de ahorros Municipal de Bilbao, Pedro Careaga y Basabe, del Banco de Vizcaya, Javier Benjumea, de rio Gulf, Fernando Ybarra y López Dóriga de la Caja de ahorros Vizcaína, Enrique Sendagorta Aramburu, de Petronor, y Gregorio López Bravo, ministro de Industria. Franco expresa en esta ocasión “la necesidad de una profunda transformación del puerto de Bilbao para atender las necesidades inmediatas y en particular las que van a derivarse de la refinería”.
La última frase del generalísimo nos ayuda a localizar al señor o señora Progreso: la necesidad de transformar el puerto de Bilbao para las necesidades de la propia refinería implantada. Los ilustres señores de esa foto visten trajes de pingüino. El 13 de septiembre de 1968, el gobierno les había adjudicado a ellos, constituidos en Petronor, la refinería hoy rechinante y luctuosa. El progreso va de la mano de estos ilustres apellidos. Eran los más representativos de la oligarquía vizcaína. Y no residían, desde luego, ni en Las Carreras, Muskiz, o San Julián. Por eso no vimos al Progreso donde fuimos a buscarlo. Ilusos embriagados de tolueno, xileno y octano.
Arrasadas las marismas de una riqueza sin igual en la cornisa cantábrica peninsular, Petronor se asentó en Muskiz siendo en sí misma una metáfora de lo que hoy es su declive manifiesto por la crisis. Sin que nadie haya encontrado la solicitud de actividad primigenia en 1968, se le concedió la misma; será en 2009, 41 años después, cuando la refinería la solicite formalmente.
El Progreso no ha visitado la página web del Gobierno Vasco sobre mortandad de cáncer de pulmón en la Comunidad vasca. En el periodo 2002-2007, el barrio de San Fuentes lidera el ranking seguido de Las Carreras, Pobeña y Muskiz. Todas ellas limítrofes a la central. En el gráfico de probabilidad de mortandad, San Fuentes y Zierbena, – ésta recibe el expansionismo doble de Petronor puesto que la rodean dos centrales de la compañía a oeste y este- , son las punteras sin igual (1).
El Moloch Petronor comienza a erosionarse
El día 3 de diciembre de 2011, sábado, dentro de los actos de la semana del euskera, en el teatro Meatzari de Muskiz se sorteó un viaje a París para presenciar un partido del Athletic, con el patrocinio de Petronor. El joven agraciado subió al escenario. Ante todo el teatro rompió su boleto.
2003 será para Petronor el año horribilis. Los vecinos, movilizados, consiguen paralizar el proyecto para una central térmica de ciclo combinado. La victoria vecinal y comunal trajo un sinsabor: Petronor acabó instalando una planta de tratamiento de coke altamente contaminante. Es esta planta hoy el objetivo de la lucha vecinal y comunal.
Tolueno, xileno y octano. Benzeno. No son 24 micras, sino 24 horas. Azufre del depósito al aire libre junto a la carretera que circunda la central.
La creación de puestos de trabajo es hoy el argumento que esgrimen gestores y políticos para justificar cualquier proyecto de “progreso”. En buena parte del inconsciente colectivo vizcaíno, Petronor da empleo. Los vecinos de Muskiz dijeron NO. Diciendo primero SI a su salud. Tras 40 años de arbitrariedad y descontrol, las cifras de organismos sanitarios y los episodios de alarmas frecuentes de la propia central en la última década daban la razón a los vecinos. Y ponían por primera vez en su historia a la central a la defensiva. La unión de todo Muskiz y Abanto, con sus más de 60 asociaciones, doblegó a Petronor. La Central hizo intentos de todo tipo: condicionando ayudas y subvenciones, acudiendo a la presión política. La retirada financiera a la planta térmica de ciclo combinado dio la puntilla a sus pretensiones.
Melodías y puertas giratorias
Propiedad de Repsol, Petronor es la puerta giratoria donde ha recalado Josu Jon Imaz, ex presidente del PNV. En la propia central trabajan o han trabajado una larga lista de cargos municipales del mismo partido. Desde que copara las instituciones tras el franquismo, la sombra del PNV se ha hecho más larga allá donde el negocio y la cuestión «de país» han coincidido. Petronor es un vivo ejemplo. La central ha pretendido aprovechar esa puerta giratoria para identificar su marca con la de la colectividad. Petronor es patrocinador nada menos que del Athletic de Bilbao, cuya camiseta en sus más de cien años jamás ha lucido logo de empresa alguna. La petroquímica pagó la escasa cantidad de dos millones de euros, con bonificación fiscal otorgada por la Diputación vizcaína -en manos del PNV- dado que el pago se hizo a la Fundación del equipo de futbol, acogiéndose así a desgravaciones.
Petronor pone toda su influencia para contrarrestar su ineroxable declive. En primer lugar cultural. Sabe que la derrota de la planta térmica y la lucha vecinal tienen consecuencias a futuro. La población ya no valora a Petronor como el adalid generoso -que nunca fue-, sino como un mal diario que no hace bien. Con el andamiaje de su imagen roto, la crisis y el final de un ciclo energético harán el resto. Petronor declara ya pérdidas. Mientras, su daño es cotidiano. Y los barrios y pueblos del valle de Somorrostro persisten con mayor o menor intensidad en zafarse del moloch que no para de eructar falso progreso.
Tolueno, xileno y octano. Benzeno. No son 24 micras, sino 24 horas. Azufre del depósito al aire libre junto a la carretera que circunda la central.
“La playa estaba desierta…¿por qué?…por culpa de petrohorror, el agua estaba caliente… ¿por qué? Por la contaminación…”. Heno de Rabia. grupo local
—-
(1) http://www.osakidetza.euskadi.net