
Violencia de género
Todas las armas cortan el aire antes de clavarse. Aquella noche tu respiración tenía el silencio de un puñal envainado antes de lanzarlo.
-Mañana me voy- dijiste.
Y yo sabía que el agujero de tu ausencia sería una señal continuada vertida en mi vida.
Por eso te abracé. Como las hojas de algunas plantas abrazan el tallo.
Hasta ahogarte.
Turismo Sexual
Entró en su vida como un río roba en su crecida las tierras de la ribera. La humedad de sus besos le empapaba la tranquilidad que tantos años había conseguido mantener.
Es cierto que era un sosiego amorfo, de esos que hinchan los párpados como almenas defendiendo una mirada inexpugnable. Era una persona de carácter indiferente. Cualquier alteración le producía malestar.
Entró en su vida cuando fue a un país sudamericano a sacudirse los complejos con las mujeres. Aprovechó la miseria de una de ellas, la invitó a cenar y le compró cuatro camisetas. Se acostaron.
Volvió con ella a su país. La vida le había entrado junto con el golpeteo del mar por aquella ventana del hotel abierta al malecón.
Pasaron los años.
En su casa una noche se despertó empapado de sudor, que se desplegó lentamente en el aire de la habitación. Extendió la mano, la izquierda. Ella no estaba. De su boca salió un nombre, llamándola.
Una silueta se recostaba en la ventana, por las dos hojas de cristal resbalaban extraños brillos.
Le contestó el bramido de una ola.