De Bermeo es el vestigio que queda en la memoria de la visita al poeta. La señal en la tierra del pie que pasa, no necesita galas cuando pasado el mediodía cogemos el bus de vuelta y en la retina araña la visión del psiquiátrico en la atalaya. El edificio grande y rojo es un vestiglo horrible y fantástico dominando el pueblo. Pudieran ser los ladrillos de la fachada escamas y los pináculos que lo rematan dientes fuertes y gruesos mordiendo el vuelo del cielo.
Ignacio Landa aparece en el vestíbulo al reclamo. Agarra con la mano a Michel Houellebecq y Emilio Prado, dos poemarios opuestos como sus autores. Además de unas hojas sueltas color amarillo y naranja con algunos poemas suyos que raen las hojas con su escritura de médico. Un conjunto de flores nomeolvides.
Luego un café, él siempre solo. Un café solo en el propósito de la mesa junto a libros, bloc de notas y botellín de cerveza y ya está la arboladura del navío desplegando la velas de la comunicación. Hablamos de Iribarren, Bukowski, Rosa Montero (que no nos gusta) y otros que leemos y tenemos como de ropa en casa.
En el puerto entran pesqueros y gaviotas los acompañan con risas de inquilinos, mientras revolotean sobre las cubiertas le dan al pico el gusto cercano. La mañana maniobra, echa el ancla en el viento azul. Recogemos los cuadernos de bitácora, allí queda la ruta inaccesible de cada uno, por mucho bichero con el que intentas atracar la amistad.
Cuando bajamos a la plaza entre las callejas empedradas una mujer madura nos dice desde la sombra que ama a los gatos.
S T
Que cerca estás tú
de no ser tú
de tú a ti
hay vadillo corto y estrecho
un abrir y cerrar de ojos.
De tus sueños e ilusiones
a la soledad de la fortuna
o a la Seguridad Social
a la falsa felicidad.
Solo está la corriente
aquí te han dejado
sola hacia el horizonte
dejado de la mano de dios
de tú a ti
solo hay una brazada
un gesto en la unidad.
Martes
Un Martes cae a plomo
Sobre mis hombros
Apenas tengo cabeza
Sino para la persona
Que fui en la ciudad
Que quise ser
Estoy en un manicomio
Y no quiero volver…
Cae a lomos el Martes
Con la lluvia
En la estrecha acera
Cubierta por los plátanos
Que suben a la atalaya de Bermeo
Soy un vagabundo solitario
Y el cielo solo tiene este Martes para mí.
En silencio
Me quedaré en silencio
Me quedaré y no diré nada
En la orilla
Contemplaré nuestras cosas pequeñas
Con mi perro y con mi pipa
Y aunque tú te marches
Yo podré contar nuestro sueño.