En los últimos meses las alarmas se han disparado al detectarse niveles asombrosos de contaminación del aire en el puerto de Bilbao. El 23 de octubre se detectaron más de 900 PM10 en el puerto, y el pasado día 16 de noviembre casi 1000 PM10 en la estación de Santurtzi próxima al núcleo urbano. A partir de los 100, se activa la alerta sanitaria. No pasó nada. Tres meses antes, los índices de partículas PM10 y PM2,5 se dispararon en las poblaciones aledañas de Santurtzi y Getxo. Entre las 19:00 y 21:00 horas del 5 de agosto, el aire en Getxo alcanzó el nivel rojo al ser dañino para la salud. Getxo fue durante esas horas una de las 20 ciudades más contaminadas del mundo.Tampoco pasó nada.
Las partículas PM10, de tamaño en torno a 10 Micrómetros – un Micrómetro o Micra es una milésima de un milímetro – son partículas sólidas o líquidas de polvo, cenizas, hollín, metales, o cemento dispersas en la atmósfera. Están formadas principalmente por compuestos inorgánicos como silicatos y aluminatos, metales pesados entre otros, y material orgánico asociado a partículas de carbono. El domingo 26 de noviembre, un buque llenó sus tanques liberando una cantidad indeterminada de partículas de cemento. Tras la denuncia de un particular, salvamento marítimo procedió a informar al Puerto de Bilbao. Y ahí volvió a quedar todo.
Diferentes colectivos como la plataforma Abra Bizirik, creada para oponerse a un monumental dragado del fondo marino para la consctrucción de un muelle en el puerto de Bilbao, o la asociación Meatzaldea Bizirik, que persigue la preservación del medio ambiente en la vega que hoy ocupan Petronor y el Puerto bilbaino, consideran que el Puerto de Bilbao, expandido hoy en la antigua Abra, se ha convertido en una ciudad sin ley. Precisamente, el dragado de casi 50 millones de metros cúbicos para la construcción de un muelle en el puerto viene levantando desde hace años voces de protesta y alerta. Desde el colectivo Abra Bizirik, solo leen el estudio de impacto del dragado que ordenó redactar el propio puerto bilbaino. Ese estudio deja bien a las claras que el lecho marino sobre el que se pretende extraer la arena para el relleno está notoriamente contaminado, después de casi un siglo de vertidos de desechos de los altos hornos bilbaínos. En diferencutes zonas, hay altos niveles de cadmio, arsénico, y plomo entre otros materiales pesados. A pesar de ello, el dragado ha comenzado hace escasas semanas. Unas fotografías recientes siguiendo la dragadora muestran una estela de arena revuelta disuelta que las corrientes llevan hacia las playas de Muskiz y Getxo, principales afectadas como se recoge en el estudio de impacto ambiental.
El confinamiento de la arena en el muelle que se pretende construir tampoco es seguro, como denuncian esos colectivos. Se vierte la arena extraída, contaminada o no, sin más. El Puerto ha salido al paso, afirmando que «observará» cualquier anomalía que se produzca como consecuencia del dragado.
Bajo la égida de la actividad económica y del crecimiento, el Puerto de Bilbao tiene patente de corso, al igual que el gigante del petróleo Petronor que se asienta a su lado. La sociedad Petronor, constituída en 1968, ni siquiera cuenta con licencia de actividad.
Lo cierto es que en la actualidad, tanto Petronor como el Puerto de Bilbao son los focos de emisión de la mayoría de contaminantes del aire para las poblaciones del gran Bilbao. Precisamente, la autoridad portuaria ha lanzado un plan de simulacros de alerta «para informar» a la población de qué hacer en caso de escape o «emisión incontrolada». Para los colectivos vecinales esto es poco menos que un contrasentido. A día de hoy, como de muestran los datos en tiempo real de las estaciones, no hay reacción alguna ante emisiones que superan con creces la alerta sanitaria. Como ha podido atestiguar esta revista, el propio Puerto no supervisa los datos que emite la estación ubicada en su interior. La autoridad portuaria traslada la responsabilidad al Gobierno vasco que tiene, aseguran a Hincapié desde el área de prevención del Puerto, «los mismos datos en tiempo real».
Mientras el debate sobre la calidad del aire ha llegado incluso al Parlamento vasco, el Puerto de Bilbao parece aún ajeno a toda controversia.