Euskadi es un país que parece cambiar de sombras. El síntoma es que el lehendakari Iñigo Urkullu se ha convertido en un Rey Lear. En 2019 era Ricardo III en su primer acto, satisfecho de tener el país bajo la temeraria mirada de su halcón, el partido, voluntarioso, clientelar y domeñador con el asentimiento cervical del resto de rapaces políticas. Y ¿Qué ha cambiado entre ese 2019 y este ahora precipitado octubre de 2023? ¿El miedo a perder el trono, o un cambio en la moral nacional? Vean dos sucesos idénticos a cada cual más grave. Y compararemos la actitud del lehendakari shakesperiano.
Hace unas semanas el escándalo primero aún no vaticinaba el escándalo segundo. Una huelga de los transportistas escolares obligaba al Gobierno Vasco, tan liberal y poco intervencionista él, a adjudicar a una empresa particular el trasporte que el gremio se negaba a ofrecer. La empresa adjudicataria del Gobierno Vasco era propiedad de un asesor que trabaja en la mismísima consejería de educación, al frente de la cual está un miembro del PNV, Jokin Bildarratz Sorron. El escándalo es nuevo. Pero el proceder, añejo en Euskadi. El Lehendakari ha movido ficha de manera inusual. Jamás en un caso de corrupción ha salido de sus hieráticos labios comentario alguno. Los malos resultados de su partido en Euskadi en las dos últimas citas electorales y la proximidad, en votos electorales, de la izquierda abertzale han terminado por hacerle hablar. Y ha pedido explicaciones. Enérgicas, dentro de lo posible a su naturaleza. En el horizonte, planea como un árbol autóctono talado a conciencia, la dimisión del consejero. Y ahora observen un caso aún más flagrante. Vamos a junio 2016.
Estamos en el municipio de Getxo, topos simbólico del lehendakari Agirre, donde su nieta hoy gobierna. El concejal de deportes, al que después del escándalo ascenderán a responsable de la contratación de todo el municipio, ha hecho un gran favor a una mujer. Lleva años haciéndolo. Es una buena noticia que una mujer, emprendedora y autónoma, se beneficie por propios méritos de un contrato municipal: el servicio municipal de las colonias de verano. No hay un pero, como en el caso del consejero Bidarratz. Aquí hay cinco peros. Cinco violaciones de la ley de contratación pública. Porque esa mujer es la cuñada del concejal de deportes que luego va a ser ascendido. Y factura con el nif de la empresa de la mujer del propio concejal. Pero es que el propio concejal ha firmado el pliego y el contrato y la adjudicación, contraviniendo lo que establece la ley.
El concejal ha adjudicado a su cuñada hasta el momento en que destapa el escándalo una agrupación local, GUK, la cantidad de casi 600.000 euros. El entonces alcalde Imanol Landa se echa las manos a la cabeza. No como el lehendakari Urkullu ahora para pedir explicaciones, sino para defender al concejal del bestial ataque al que se ve sometido. Bildu y PP son de la misma opinión. El PSE, no tengan duda, se suma a la numantina defensa del concejal de deportes. Gimnasia de país. La oposición oposita a no oponerse, sino a aliarse bajo las alas del partido hegemónico a fin de derivarle a éste el vuelo. El resultado es una corrupción política y moral fundamentada en la razón instrumental. Nada tiene valor salvo su rédito. Como en una versión de piedra de las intrigas de una Roma a cuya altura no llegará, el destino del concejal de deportes le ha llevado a ser el planeador nada menos que del próximo plan urbano de Getxo que prevé obtener una plusvalía de unos 2.000 millones de euros, más el cuatro por ciento. A excepción de aquella efímera agrupación política local, GUK, nadie ha hecho una pregunta, ha interpuesto un contencioso o ha presentado a la Fiscalía denuncia alguna. Urkullu, apagado el ímpetu tempranero, ha dado por buenas las nulas explicaciones del consejero Bidarratz. ¿será ascendido como lo fue el concejal de deportes en Getxo en 2016? El país sigue su curso. Podemos y Partido Popular piden ahora una comisión de investigación en el Parlamento vasco. Qui prodest?
Coda tremens. En el Congreso de los Diputados, la congresista por Bildu Mertxe Aizpurua se dirige con trementina al fallido Núñez Feijóo: «Creo que ustedes no son capaces de entender ni interpretar lo que la sociedad vasca quiere y necesita. Señor Feijóo, usted siempre habla del pasado». Qui prodest?