Antes, solo cuarenta años antes, Rafael Chirbes ya era un gran escritor. Estaba escribiendo la novela, o digámoslo de otra manera, nunca dejó de publicarla antes de escribirla. Esto sucedió en España solo cuarenta años después. ¿A qué generación endosar esta maldición? Pues a ninguna, porque no existe la generación de Chirbes, que sin embargo nació en 1949. Ese abandono, la llanura reseca intelectual y también literaria ha convertido a Rafael Chirbes en único. En solitariamente único.
Chirbes se ha hecho famoso porque sus últimos libros subieron al estrellato literario, cuando contaba con sesenta años, coincidiendo con la implosión en el año 2008 de la corrupción y el crack inmobiliario en España, regurgitándose desde 1975. Crematorio, publicada por Anagrama en 2007, es la tardía obra de Chirbes que el público lee desde entonces hasta ahora con parsimoniosa novedad y asombro. ¿de verdad el país funciona así? Se preguntan muchísimas y muchísimos. El pelotazo, la corrupción, el amaño, el crimen como vaso dilatador del dinero y su consanguineidad en el clan familiar en los negocios, conforman un panorama moral que a su vez lo convierte todo, desde paisajes hasta comunidades de personas, en fichas intercambiables de la transacción.
Chirbes llevaba mucho antes de 2008 escribiendo la misma obra. Es un cronista de la degradación desde el mismo momento en que esta comienza a adquirir carácter nacional, por lo menos a sus ojos, es decir, cuando él tiene veintiséis años.
Al público lector le llega ahora, ocho años después de su muerte, el resplandor de una estrella. Son las excepcionales reseñas literarias y ensayitos que el joven Chirbes, a esa edad de 26 años escribió para revistas literarias o libertarias, como el caso de Ozono, que la editorial Altamares publica ahora en un soberbio tomo: Asentir o desestabilizar. Crónica contracultural de la transición. Aquí descubrimos a un lector voraz. Apólogo de un realismo que está entonces a punto de ser sacrificado por los editores. Chirbes denuncia que ese sacrificio es en realidad una operación contra literaria, seminal del pacto de la transición española. La literatura dobla entonces la cerviz y surge el hedonismo del best seller literario aderezado con condimentos de pizza cultural. Chirbes, reivindicando a su admirado Galdós, ensalza a Martín Santos, a los Goytisolo, a Delibes, Marsé, Martín Gaite – no incluye a Aldecoa –, narra en las minoritarias páginas de esas revistas la metástasis que el consenso de la transición política está provocando en las células cada vez menos vivas de la literatura y cultura española contemporánea.
Las reseñas de Chirbes permiten descubrir al menos dos cosas al mismo tiempo. En primer lugar, una maravillosa ínsula de libros sobre los que volcar nuestra lectura aún hoy: desde los clásicos hasta los realistas de hace solo cuarenta años. En segundo lugar, la imprescindible reivindicación de que la literatura y el lector de esta, de cualquier posición, deben tomar un partido frente a la honestidad, o no, y el valor moral de esta. “Escribo con el terror colgado de los dedos, porque escribir en España, hoy, es asentir o desestabilizar. Si la palabra no es moderada, no es serena, no es imparcial, es – dicen –desestabilizadora. Y mi palabra no quiere ser ni moderadora, ni serena, ni imparcial”.
Faltan horas para otras elecciones en España cuando termino de leer esta antología chirbeniana. Y no debe ser casualidad que hay un consenso de puchero cultural pobre que el de la época en la que escribía incandescente el joven autor. Nadie habla ni siquiera de cultura apocada y pactada como en 1977. Mas bien se trata de acabar con los legajos independientes y cervantinos que pudieran quedar de lo que antaño fue, y lo poco que hoy se publica sin cadenas ni hierros de adscripción. El encuadramiento llama a filas. Y este libro es una necesaria deserción.
Asentir o desestabilizar. Crónica contracultural de la transición. Rafael Chirbes Altamares editorial 2023. 331 páginas. 21,90 euros.