Vamos a empezar constatando que Simiocracia no es realmente un cómic. Es decir, no es una secuencia de viñetas yuxtapuestas que transmiten una información al lector. En realidad, Simiocracia es más bien un ensayo o quizá un artículo de investigación sobre la actualidad económica española, y más concretamente, situación y causas de la crisis económica. Es más, Simiocracia no necesita los dibujos de muchas de sus páginas, los cuales son meras comparsas del texto, ya sea como refuerzo en el mejor de los casos o como apoyo cómico en la mayoría. O sea, que Simiocracia está muchísimo más basado en el texto que en la imagen, si bien, como todo trabajo artístico… si el autor lo hizo así es porque consideró que era la mejor solución para lo que quería expresar.
Y no hay más: yo solo quería avisar de que no es Españistán 2 ni por el forro, sino una obra Pandora Charms Ireland completamente nueva en su enfoque y resolución artística.
Tampoco sería justo asegurar que Simiocracia no le debe nada a Españistán, pero por seguir con la metáfora de las obras de Tolkien (empezada por el mismo Aleix Saló) yo diría que Españistán es a Simiocracia, lo que «El señor de los anillos» es a «El Silmarillion«. Dicho en otras palabras, Simiocracia es un contenido muchísimo más extenso que Españistán, tanto en el tiempo como en lo aspectos de la vida económica analizados, lo cual proporciona al lector una visión mucho más amplia de la crisis española: cómo se originó, cómo se desarrolló, por qué no saltaron las alarmas, qué sectores se vieron especialmente afectados, qué hicieron los responsables de vigilar la marcha de la economía, etc.
Con una estructura narrativa muy compartimentada, Simiocracia se abre con un preámbulo, pasa a una descripción del problema, acomete un análisis causal, presenta conclusiones y cierra con un epílogo alineado en tiempo y espacio con el preámbulo. Mantiene el estilo, aunque simplificando los trazos al máximo, suprimiendo el color y llevando el simbolismo hasta sus límites, en busca de un lenguaje gráfico muy descarnado y potente que prima el mensaje sobre la estética, en ocasiones de una forma muy cruda. Para ello, no duda un segundo en recurrir a la hipérbole, a la escatología y a la denuncia, a veces exponiendo casos de su vida personal.
Si bien Españistán mostraba un aspecto indignante de nuestra sociedad, al menos se podía leer con una sonrisa. Como ya dije en otro artículo, era una gamberrada. Simiocracia no, Simiocracia descorazona y es justo avisar a los lectores: este no-comic es una obra de concienciación social, no pretende hacer reir a nadie y de hecho supone un salto cuántico con respecto a Españistán. Aunque apenas ha pasado un año entre las publicaciones de ambas obras, Aleix Saló cambia el ingenuo optimismo de la primera por un casi científico desapasionamiento en la segunda, trazando una curva de previsiones de futuro tan desesperanzado que resulta poco usual en alguien que apenas roza los 30 años.
Irónicamente, el hecho de que exista una obra como Simiocracia es la mejor prueba de que el mundo que describe en su interior puede ser mejor, incluso contra el pronóstico dado al final del libro. Saber que por el mundo hay autores como Aleix Saló, serios pero divertidos, jóvenes pero sabios, kpng cultos pero humildes y, sobre todo, llenos de sentido común, es esperanzador para todos los habitantes del planeta de los simios.