«En el anillo de la noche imposible. Todo es elástico. El cielo está de un rosa inquietante. Puedo sentir el polvo de Calcuta, los ojos perdidos de Bhopal: puedo ver las banderas de rezo ordenadas como viejos calcetines en el cálido viento irónico».
Abre el corazón, seas quien seas, cerrando con las nubes los ojos. Abrojos y espinos. Campos de algodón. Estos relatos reunidos en Tejiendo sueños publicados por Lumen son como espigas de trigo rojizas en un campo verde. Patti Smith. O el sueño constante de una niña abriendo mundos donde la realidad sólo alcanza a establecer formas. Los sueños de la jovencita Patricia son relatados por una Patti de 45 años.
Niños. Antes de la política y los discursos. De la protesta y las formas del poder. Antes de todo eso fuimos niños. Con el inusitado poder de crear reglas inusitadas. Con la espectral magia de hacer posible ese mundo del que mayores ni siquiera alcanzamos esbozar aún cuando repitamos su necesidad como un desolado mantra. Tejiendo sueños es ese mundo nuevo que quizá una vez llevamos en nuestros corazones. Y no sé si esa es la mayor utopía política a la que debemos aspirar; es posible puesto que ha sido nuestra.
Patti Smith escribió Woolgathering – algo así como estando en babia -en 1992. Lumen lo edita en castellano como Tejiendo sueños. La traducción de Aurora Echevarría es meritoria consiguiendo que la prosa de Smith crepite como crepita la hierba en los campos.
«En el movimiento está la bendición».
Hay algo de Thoreau en las sombras de la prosa de Patti Smith. Un recogimiento sólo posible entre arces, robles y los reinos, imposibles de medir, sin insidiosas estrcuturas, de los niños.
«Lo único seguro es el cambio«
«Vida: un pedazo incandescente de carbón arrojado sobre un cupido de heno«