Donald Trump parece emular al intrigante personaje de la serie House of Cards, el presidente Underwood. ¿Es la realidad la que emula a la ficción? Dice Underwood rodeado como Ricardo III, cuando se cierne sobre él la posibilidad de un Impeachment:
¿Nuestros antecesores eran más éticos? ¿Más dignos del poder y del puesto que desempeñaron? ¿Más capaces de hacer una sola y maldita cosa en favor del pueblo? Pues sí, y no. La historia siempre parece mejor de lo que fue. Tal vez Shakespeare estaba en lo cierto: «Todos somos locos guiando a los ciegos».
La población de Estados Unidos asiste con menos indignación en sus rostros ante las excentricidades autocráticas de Trump que los liberales y burócratas de cualquier signo y a ambos lados del Potomac en Washington. Una América sueña de pie mientras otra tirita de rodillas en las grandes urbes. A una América de la profunda llanura no le indignan las extravagancias presidenciales que se denuncian todos los días en papel desechable o se ven en vídeos virales que mueren a los dos días en internet. En el Este y el Oeste liberales se cree en la separación de poderes. Washington es la Roma de Julio Cesar y Bruto. Y los puñales lucen detrás de las espaldas de los tribunos.
– En la mayoría de las ocasiones es aún más despiadado que en la serie House of Cards, créame.
Samuel E. Roitman es descendientes de esclavos.Y asesor de un congresista republicano en Washington. Los contrastes hace tiempo que vienen y se van en esta ciudad de una luz poderosamente amarilla. Hay algo de cinematográfico en nuestro encuentro en el café bar de la 1201, alejados del Capitol. Hemos venido a conspirar, si eso significa descubrir los enigmas de una nación que ha elegido a alguien como Donald Trump.
– Precisamente por la reacción del stablishment ante su llegada es por lo que esa América lo eligió. Cuando llegó era un auténtico extraño. Ahora es un enemigo. Y no digo que él haya contribuido con su brusco proceder. Pero la prensa liberal, el alto funcionariado del departamento de estado, los militares, ven en él un enemigo. ¿La razón? Pierden influencia, poder. El punto débil de Trump es que no está rodeado de un gran equipo. Las guerras en Washington son feroces y crueles si no se está bien rodeado.
– ¿Por ejemplo?
– Hay congresistas republicanos, gobernadores, que quieren que la industria del armamento contrate en su estado. Que de esos 110.000 millones de dólares vendidos en el último pack a Arabia Saudí caiga algo. No le voy a dar nombres concretos, pero haga un cálculo de en qué estados hay industria suministradora directa o indirectamente. Quizá alguno de los congresistas de por allá estén poniendo ligeramente en duda su posible apoyo a Trump en caso de Impeachment. Cosas así publican medios como politico.com y otros.
– ¿Es posible que el impeachment pueda prosperar, es decir, que miembros del partido republicano sumen una mayoría para ello?
Conozco esa sonrisa de tahur. De político, de abogado.
– Aún es pronto para saberlo.
– ¿Pero qué sensación hay en el partido republicano?
– Digamos que en el seno del partido no hay de momento ningún movimiento, salvo ese y algún otro que es el quid proquo habitual en política. Contra Trump no hay una evidencia de que obstruyera investigación alguna. Otra cosa es que los demócratas y algún republicano hayan empezado a filtrar rumores con el fin de posicionarse para negociar otras cuestiones.
– Su congresista,¿por ejemplo?
– No, que yo sepa. De momento, todo es un teatro para buscar alianzas, apoyos, negociaciones. Lo que no significa que todo tome luego un camino diferente.
Rie. Unas adidas negras en los pies que no para de mover bajo la mesa. Un modesto vaquero y un polar abierto a media altura. Para alguien que a los 47 ha llegado de un prestigioso despacho de abogados al Capitolio, es una carrera meteórica. ¿El hombre hecho a sí mismo? Endeudado, responde, pagando aún sus estudios, como todo el mundo en este país, de sueño tiene muy poco. Samuel es un extraño en Washington, al igual que Trump. Nacido en Virginia, su familia se endeudó hasta que consiguió una beca. Llegó a la capital del rio Potomac hace demasiado poco.
– Nadie es de Washington. Y aún menos los de Washington!
– ¿Usted cree en la separación de poderes? ¿Existe la separación de poderes en una ciudad como esta donde está congregado todo el poder de la primera potencia mundial?
– Es una pregunta típca de un radical, pero es una buena pregunta. Yo creo en los controles al gobierno.¿Usted no?
– Digamos que no. John Fitzgerald Kennedy designó ministro de justicia a su hermano. Richard Nixon despidió al fiscal especial en plena crisis del Watergate. Me pregunto si esta lucha de Trump con el FBI y otros estamentos del Estado da una falsa sensación de equilibrio de poderes. Cada ciudadano confía en la competición entre estamentos creyendo que eso garantiza sus libertades, cuando no parece ser así. Las libertades de los ciudadanos menguan con un Estado fuerte, como ya dijera una de los padres de la nación norteamericana.
– Le repito, es un modo de verlo muy radical.
– Antes hablaba de que congresistas y gobernadores están tratando de obtener contratos e inversiones para sus estados. ¿Hay alguien que esté tratando de garantizar los derechos civiles de cierta población negra?
– No, porque la igualdad racial es uno de los principios de la nación americana. Es cierto que existen desigualdades aún muy graves, si quiere decirlo así. Y le voy a decir que Trump está más capacitado para afrontar este problema que lo que pudo estarlo Obama, créame.
– ¿Por qué?
– Obama era un conservador que, dicho en un lenguaje radical, quiso desde el primer momento contentar al statu quo, como ustedes lo dicen, demostrando que no era un peligroso keynesiano a lo Roosevelt. Con Obama creció la intervención militar esponecialmente con respecto a George W. Bush. Y las diferencias étnicas también aumentaron en los estados donde él precisamente había ganado. Son solo dos apuntes, pero significativos. Trump está más capacitado para realizar un amplio prgrama de inversión colaborativa con empresas y crear empleo en las áreas donde más desigualdad étnica hay en EEUU.
– ¿Cree que el sueño obamiano del Sí, se puede, se ha roto?
– Estuvo siempre roto. El radicalismo en Norteamérica es muy minoritario. Rechaza el progreso. Y Obama no era en absoluto radical. Se llevó un voto radical, cierto. Nada más. Su política está ahí.
– ¿Existe racismo en EEUU?
– Racismo, sí, segragación no.
– Guetos?
– Creo que en todos los países del mundo con todas las economías existen guetos.
– A los mexicanos parece que no va a irles muy bien con Trump.
– No trabajo para el señor Trump, pero creo que la reforma laboral es una cuestión primordial a la hora de abordar la política migratoria.
– Veo en usted a un político nato. Frases hechas dirigidas al público general. ¿Cual es el trabajo diario de Samuel E. Roitman?
– Desde primera hora hasta última, Washington es la verdadera ciudad que nunca duerme, preparo con el congresita y otros asesores un diario de campaña, con los objetivos, leyes en tramitación, negociaciones con empresas y particulares del estado, asesoro legalmente en materias de comercio y administración. No me veo presentándome a ninguna elección. Me gusta demasiado mi trabajo. No es tan cruel.
– Usted se reúne con otros asesores que hacen lo mismo que usted?
– Sí. Tomamos contacto, sondeamos caminos. A veces rivalizamos, por decirlo de alguna manera. También con representanes de la industria
– Usted, el congresista para el que trabaja, los asesores, los congresistas, miden su acción en función de los electores o de la ciudadanía que no les vota?
– Comprendo, quiere saber si soy uno de esos asesores malignos que salen en la serie House of cards.
– Doy por supuesto que al menos al 50%. quiero saber si también al otro.
– Ja, ja. Parece una fiscal. Debemos entender como ciudadanía a quienes votan, porque son los que demuestran que les importa el país. Ya sé que me a salir con eso de que hay muchos norteamericanos que no pueden votar porque no están registrados y demás. Pero cómo medimos el interés general. En función de la participación en el sistema que nadie hasta el momento ha impugnado. La ley del número es hasta el momento la mejor ley. Incluso los radicales la aceptan. ¿No es así cuando votan asuntos en sus asambleas?
– Negociar es dejarse pelos en la gatera?
– Por supuesto. Todo basado en un ethos, y sigo utilizando conceptos radicales, en el que el beneficio político que obtiene un congresista o un senador es siempre beneficio político para el pueblo a quien representa, porque es a él ante quien responde, no ante el presidente de su partido, ni el presidente de la nación.
– En un Capitolio lleno de lobbistas, los grandes sectores industriales ven negocio en los representantes del pueblo.
– Sí. Pero en este país está la libertad de empresa. Verá: el político también desea obtener cada vez más votos. pero tiene que hacerlo con unas reglas. El lobbista quiere obtener contratos. Y tiene que hacerlo también con unas reglas. Y al otro lado de la ecuación, detrás del igual, tiene que haber un beneficio para la sociedad norteamerica a través del librecambio y las libertades económicas.
– Quizá me ponga un poco radical, como usted dice, pero ¿De verdad cree que existe librecambio en un país como EEUU? Por ejemplo, desde los años 40, el Estado favorece las trasacciones a crédito con otros país, subvenciona la construcción militar y regula los impuestos para la inversión particular y empresarial en determinados sectores, ofrece bonificaciones a la industria del petróleo para extracciones, se interviene en el precio del trigo, etc.
– Cierto. Y no parece que sea la selva salvaje que a veces dibujan los críticos.
– ¿Cual es la palabra que más pronuncia cuando negocia algo? y ¿Cuál la que más sale cuando habla con su congresista?
– Beneficio y beneficio. Le estoy dando el titular no se queje. Ya tiene lo que quería. Sus lectores podrán interpretarlo como quieran.
– ¿No cree que Norteamérica vive las mismas crisis desde los años 60, una desafección social?
– El país progresa, aunque tenga que haber daños colaterales. El único sistema que existe en el mundo, a excepción de Cuba y Corea del norte es así.
– ¿No ve a Norteamérica dividida?
– Siempre ha habido una división en este país. Pero créame, conforme el progreso toma impulso hay cada vez más gente que cree en el sistema. Salvo los radicales. A veces sí veo problemas heredados desde hace generaciones con gobiernos democrátas y republicanos. Pero creo que hay menos radicales que en los 60. Mire las guerras en Afganistán e Irak. 15 años en guerra contra el terror. Nada que ver con la reacción del pueblo ante Vietnam.
– Quizá Estados Unidos haya pagado un precio muy alto, y esté agotando sus fuerzas fuera y dentro del país.
– Para eso estamos, para hacer recobrar la energía a este país.
– Entre bambalinas.
– Entre despachos.