
Iñigo Errejón sueña con números en la boca. Para él, la política es un cálculo de probabilidades que se cincelan con palabras nuevas. Y España es la lámpara de Aladino. Errejón ha leído a Laclau, un pensador postmarxista que teorizó en Argentina el nuevo peronismo. Ha medido el traje político descosido que se viste en España y le salen centímetros para sacar una manga parecida a la que teorizaba Ernesto Laclau. Es el patriotismo de los de abajo, una abreviatura metafórica que esconde verdades con muchas esquinas y remiendos. Este paño ya lo vistió Podemos en los años de su irrupción. Errejón interpreta que el abandono de este nacionalismo de los de debajo de Podemos en favor de una alianza con Izquierda Unida es lo que ha hecho perder más de millón y medio de apoyos al partido morado. Es ahí, en las medidas, en el centro político de la gente llana, en ese nuevo tercer estado español de la post crisis, donde Errejón encuentra un espacio a donde caminar. Son al menos un millón y medio de votantes. Es un desierto del Sinaí con algunos millones más, entre esas capas sociales pequeño burguesas, liberales, bienpensantes, las “apolíticas” o las trabajadoras no adscritas a ortodoxia alguna. Son un espectro social de lo que es en un domingo cualquiera el aforo lleno del estadio Santiago Bernabéu. Ahí busca Iñigo Errejón las pepitas del naciente peronismo en España.
Las palabras de Errejón envejecen nada más salir de su boca. Tienen una prematura edad. Pretenden entre otras cosas conquistar el futuro con demasiada altivez. Incluso él se considera que era muy joven hace tres años escasos en el congreso de Vista Alegre II. El proyecto de Errejón y el de los hoy sus ex compañeros de viaje es una lucha por el futuro, por entrar en él, domeñarlo y meter a todo el país en su seno, ya armonizado y armado. De momento, el futuro va desarmando con la paciencia de tener el tiempo de su parte a todas sus criaturas. Errejón tiene la fe de los visionarios, la petulancia del converso, el abismal goce de la adrenalina al sentirse subido a un escenario que es todo un país. Tiene la sensación de haber entrado en la historia de España. Los libros de historia hablarán de él, su nombre y ahora su ungüento político serán citados en las páginas de la ciencia política que se enseñarán a los estudiantes en las décadas del futuro. Todo eso sin ser militar, religioso, escandalosamente acaudalado, o miembro de la nomenclatura de los aparatos políticos que en España dominaban y regulaban hasta ahora el ascenso de políticos y líderes.
Errejón es un producto del tiempo lluvioso. Es la prueba cronológica de que España ha entrado en la posmodernidad. En términos clásicos podríamos decir que es simbólicamente la nueva izquierda española. O lo que Stuart Hall definió como la nueva recomposición de las clases sociales, y en concreto la clase trabajadora. ¿Qué intereses tiene hoy la clase trabajadora? En España está en marcha una remodelación de las clases sociales. La aparición del 15-M fue quizá su plasmación. Nacería de ahí el populismo de izquierdas de Podemos opuesto al populismo thatcherista del partido popular. Iñigo Errejón es el vector libre nacido de esa fusión de neutrones. La suya es la opción de la cuchara en la sopa del centro y la derecha. Es el acto reflejo de un análisis acertado de la izquierda encallada en su economicismo, su reduccionismo o las formas manieristas de la argumentación en las que Podemos ya naufraga.
Errejón es eso, y el aderezo de nuevos simbolismos que han enraizado en España conformando la nueva corrección política: el feminismo transversal, la política 2.0., el derecho de homosexuales a presumir de clase media con todos los derechos o nomenclatura reclamando cuotas de representación en la misma, el relevo de la España carca viejona – Felipe González, José María Aznar y Zapatero – por la nueva España post boom natal. Errejón es todo esto. Arañando el tinte de su discurso se descubre una tela social liberal. Lo que une a ese conjunto de clases que se encuentran en el Santiago Bernabéu y que Errejón llama la gente común y sencilla, son el consenso social que más o menos se ha sostenido en España desde los estertores del franquismo hasta nuestros días: sus ansias políticas rondan un círculo muy concreto de posibilidades, poder curarse de las enfermedades, poder tener estudios o una instrucción, y poder trabajar. Este pasado imperfecto es el que busca pluscuamperfectamente Errejón. Iñigo Macbeth se encuentra su palacio en la podrida Dinamarca del régimen frente a la calavera de su proyecto. El consenso del régimen del 78 que tanto denostó Errejón y contra el que se pretendía alzar, es lo que le interroga en su mano y en lo que él se mira.
El contexto histórico en España se parece a una balsa de naúfragosen mitad del océano. Rodeada por las aguas de sus conflictos, España tiene dos posibilidades: vestirse con remiendos que puedan volver a costurarse, o vestir paño nuevo. Errrejón trae un traje nuevo. Es el patriotismo de los de abajo. Quedan olvidadas las izquierdas y las derechas, las clases, y por supuesto el capitalismo. Aparece en su vocabulario balsámico la España del común, la del 99% frente a la avariciosa del 1%. Ojalá pudiera reducirse todo a una sencillez tan cáustica, aunque el eslogan funcione. Conquistar el Estado es el verdadero objetivo político, para devolverlo al 99% de la sociedad. Ojalá este eslogan
En España solo hay un partido que haya conseguido semejante confluencia interclasista. El Partido Nacionalista Vasco. Desde aristocráticos miembros de abolengo vasquista, empresarios, oligarcas, pequeño burgueses, sindicalistas, obreros, emigrantes e inmigrantes le votan. El PNV ha tomado el pulso a la sociedad vasca. Parece esta un cartílago gelatinoso de aquél. El proyecto de Errejón tiene, qué duda cabe, un arraigo empático y de cuadros en la comunidad de Madrid. Pero ¿lo puede llegar a tener en España? ¿Puede arraigar el patriotismo de los de abajo en las comunidades con aspiraciones nacionales donde los proyectos centralistas huelen pronto a chamusquina? ¿Puede un cetáceo tan recién nacido sobrevivir en un aquarium con tantos peces de colores idénticos comiendo el zooplancton del centrismo español? La respuesta es ni sí ni no. La respuesta está en el aire incierto de España, en lo que dé de si el sistema de castas políticas y nomenklatruras. La respuesta es: la conquista del Estado. Esa conquista es el 1% de la ideología macbethiana de Iñigo, el ser o no ser de Errejón. El 99% restante es llenar de izquierda y derecha el vacío, con autoridad, economía y patria, todas ellas trajeadas de común. A España le ha salido el peronismo de la cuna. Está dando las primeras gateadas ¿Tiene suficiente biberón económico, más allá del que dispone ahora? ¿Se hará mayor?