Para un político que no pertenece a los oscuros meandros de su bando, es decir, del partido, es difícil abstenerse ante la evidencia del escándalo, el robo o el delito. El poder es eso, y esos son los instrumentos para su ascenso. La historia de Jorge Trías Sagnier es una ventana oscura que se abre sin nadie quererlo, incluso él. Pero esa ventana tímidamente díscola, como lo es Trías, dejó al aire de todo el país el engranaje de una corrupción que sostenía al partido y al poder en España.
Esta historia tiene muchos principios. Y ninguno de ellos moral. Y tiene múltiples tramas. El partido en el poder o aspirando a él, es como una muñeca rusa. Decenas de muñecas idénticas, pero siempre diferentes en tamaño y capacidad, se insertan y esconden unas en otras, conviviendo todas en el seno de una superior que carga con la imagen y la imagen escondida de todas. A ese juego de espejos se le llama democracia. Pero Jorge Trías Sagnier es una persona, un humanista conservador, pragmático, creyente en 1995 que el principal partido de la oposición podía liderar una regeneración ética y política del abyecto sistema corrupto que gestionaba el entonces partido en el poder.
Lo que menos importa de Trías Sagnier es de lo que más se ha hablado sobre él, dónde se ha hablado y escrito, que es en muy pocos sitios. Y esta ausencia es relevante. Que cada cual le otorgue el significado oportuno.
Aunque Jorge Trías fue electo del partido que ha estado en el poder durante lustros en el poder, su figura simbólica tiene múltiples y apreciados matices. Algunos miembros de la nomenklatura del partido lo respetaban. También otros miembros que ocuparon los pilares del poder del estado, especialmente la judicatura. Es precisamente de esta pata del estado de donde vendrá el quebradero de cabeza que afectará la vida del hasta entonces discreto Jorge Trías, ex diputado del Partido Popular.
Es una comida. Tiene lugar un azaroso 14 de octubre de 2009. Miércoles, Madrid. Al otro lado de la mesa del restaurante Horno de Santa Teresa se sienta el juez que instruye el caso Gürtel, la mayor investigación por corrupción en España relacionado con el Partido Popular. Ese juez es Juan Pedreira que suplica a su comensal.
— Dile por favor a Mariano Rajoy [aún no presidente de gobierno, lo sería en 2011] que no interfieran en la instrucción que dejen de enviarme recados a través de abogados que vienen de parte de Trillo, de González Pons, de los valencianos, de Galeote. Soy un juez despolitizado y voy a llevar este caso hasta el final y con independencia de criterio.
Hay un sinfín de caminos escondidos en estas dos frases que Pedreira dirige a Jorge Trías. Un desfile de realidades que conforman, como en las matriushkas rusas, un sinfín de verdades. El partido que ha estado en el poder hasta 2004 y que están en la oposición en ese momento y que gobierna las principales comunidades de España, está presionando a un juez que investiga al propio partido por una trama nacional de corrupción, cuando ese partido tenía el poder total del país. Este es el nudo gordiano. Ese partido es, en su propia realidad, las diferentes camarillas que lo están desangrando y que luchan por hacerse con su control y con el del futuro gobierno que conformarán. Por un lado, María Dolores de Cospedal, que será ministra de Defensa; de otro lado, Federico Trillo, conspicuo urdidor de conspiraciones; y, por último, Soraya Saénz de Santamaría, que será vicepresidenta del gobierno. En las afueras están los barones que controlan los reinos de taifas de Madrid, Castilla y León y Valencia. Para hacerse con el control del partido es preciso controlar la caja y las listas electorales.
Y es aquí, en este campo despiadado de batalla, donde entra en acción el tesorero general del Partido popular, Jesús Bárcenas Gutiérrez. Bárcenas se opone a los tejemanejes de las cajas B del partido en las comunidades y ayuntamientos gobernados por el PP. Por ejemplo, a los cobros que el ayuntamiento de Majadahonda recibe en comisiones de la empresa adjudicataria de la contrata de obras municipal, También está opuesto a personajes como Francisco Correa que tiene acceso a dirigentes del PP en Madrid y Valencia. Nadie de ningún ayuntamiento de estas comunidades ni de las comunidades quiere pasar por la taquilla central de la tesorería que dirige Jesús Bárcenas.
El caso más escandaloso es Valencia, dirigida por Francisco Camps, epitome de la corrupción. Bárcenas aseguraba recibir órdenes del presidente del partido, Mariano Rajoy para controlar a personajes como Francisco González y Alberto Granados, en Madrid, o Pedro Costa y Francisco Camps en Valencia. Todos ellos manejan millones a espuertas sin que llegue nada al Partido nacional. Entre 1999 y 2005, la trama Gürtel desvió 120 millones de euros en contratos públicos a cambio de comisiones ilegales en estas comunidades. Es por ello que los dirigentes del PP nacional salgan al paso de la trama Gürtel asegurando, con el debido cinismo político, que la trama Gürtel era una trama contra el PP nacional y no del PP nacional.
Pero en esa y en la época en que el PP gobierna España y otras comunidades, el tesorero Bárcenas repartía entre los altos cargos del PP nacional sobresueldos en sobres cada tres meses, provenientes de comisiones por la adjudicación de obra pública estatal. Esta realidad va más allá de los pagos de la propia trama Gürtel, aunque por momentos, se cruza con ella, coge un vuelo de ave carroñera, libre y particular.
La tramoya política
Jorge Trías y Luis Bárcenas serán, antes incluso de conocerse, la cuerda y la polea del partido, la voluntad idealista, por un lado, y el cálculo organizador, cuantificable, por otro. Ambas sumas, con el rumbo instrumental que absorbía el sistema político desde hacía décadas, convertía a nuestros dos protagonistas en dos muñecos rotos.
España se ha convertido en un parqué en bolsa de la especulación política. Al igual que la gran Gürtel, existen Gürteles medianas, pequeñas e infra pequeñas. Sus beneficiarios son diversos. La democracia es el libre mercado en la cooptación de comisiones. Los intermediarios políticos aletean de derecha a extrema izquierda.
Luis Bárcenas es un esteta. Compulsa el sentido de su vida al lado del de una artista, su esposa Rosalía Iglesias Villar. Y busca en el reto poético y vital que supone el ascenso al Everest, o a retos similares, un fin en sí mismo. Solo, en las dificultades de la ascensión a las montañas más altas del mundo, Luis deja de ser Bárcenas.
El Partido Popular se ha puesto manos a la obra para sabotear la instrucción del caso Gürtel. El cerebro gris de la operación es Federico Trillo. Ex ministro, Trillo aparece en los papeles de Bárcenas como receptor a su propio bufete en dinero negro de los gastos de defensa que el Ministerio a su frente, el de Defensa, empleó para las demandas por la muerte de militares españoles en un yak 42 en Turquía. El plan de Trillo es simple: cargarse al juez que instruye el caso, Baltasar Garzón. Y como siempre, Trillo va a conseguir ganar esa batalla, pues conseguirá que aparten al juez por grabar las conversaciones en la cárcel de Correa y El Bigotes con sus abogados. Pero Trillo va a poder la guerra. El caso Gürtel, aunque lento, irá tomando cuerpo mientras pasa de un juez a otro, hasta explotar en la misma línea de flotación del Partido.
Para principios de 2010 el panorama de la corrupción en España es extenso. El PP en Madrid, Valencia y Castilla y León: CIU en Catalunya, el PSOE en Andalucía; el PNV en Euskadi con el caso De Miguel.
Bárcenas y Trías comen el 19 de abril de 2010. El tesorero ha pactado con Rajoy su dimisión como tesorero y senador a cambio de un sueldo de 200.000 euros al año, despacho y coche. Trías le organiza una entrevista en exclusiva en el diario ABC. Esta entrevista retumba en los despachos de la sede central del PP. Bárcenas asegura que no quiere ser utilizado en una operación en marcha, contra el Partido y Mariano Rajoy. Carga, además contra María Dolores de Cospedal y otros miembros del partido que en comanda con el diario El Mundo, aún dirigido por Pedro J. Ramírez, pretenden decapitar a Mariano Rajoy.
Una fría mañana de diciembre de 2010. Bárcenas se acerca al despacho de Jorge Trías. Le enseña escrita a mano la contabilidad original del PP desde 1990 hasta 2008. Figuran las aportaciones anónimas: las ingresadas en una cuenta bancaria, como exige la ley, en este caso el Banco de Vitoria, y la contabilidad que quedaba reservada en la caja fuerte del partido, de la que salen multimillonarios sobresueldos. En los papeles aparecen quiénes y cuanto recibieron. También las empresas donantes. Y apuntes concretos: “Mariano Rajoy: 337.373 en entregas trimestrales entre 1997 y 2008”. Y partidas concretas: “Mariano Rajoy, trajes: 20.787.
Los papeles de Bárcenas tienen una peculiaridad que los hace imposibles de manipular. Son de la marca Milquerius que ya no se fabrican. Bárcenas le solicita a Trías que le guarde los papeles. A media tarde, Trías medita que no es oportuno que esos papeles estén en su poder, y los devuelve ese mismo día a Bárcenas. Pero ha hecho una copia de los mismos. Trías toma la decisión de fotocopiarlos por dos razones que sabe van a tener cada una de ellas consecuencias muy serias, también para él. Son una prueba de una traición, la del PP hacia sus votantes y la sociedad en general, violando la promesa de regeneración. En segundo lugar, es información que debiera ser conocida por toda la sociedad.
Y eso es lo que Javier Trías dice a un abogado conocido suyo y que es, casualmente, el abogado del diario El País. Y cuando días después, los papeles de Bárcenas aparecen en la portada de ese diario, sobre Jorge Trías Sagnier caen varias sentencias. La primera la que le otorgan las diferentes camarillas que libran una lucha de poder dentro del PP. La segunda, el propio Bárcenas, incapaz de ver que Trías trata de fortalecer su posición ante el posible sacrificio que el partido pueda hacer de él. Y la última sentencia viene de todos los medios y periodistas, interesados ahora y luego aún más, en señalarle como el soplón, el garganta profunda del caso Bárcenas, en vez de debatir si la información de los papeles filtrados es escandalosamente cierta o no.
La consecuencia de la primera sentencia tarda muy poco en llegarle. El abogado del ex tesorero del PP le espeta un 6 de febrero, ante la puerta de la Fiscalía anticorrupción:
— Te has metido en buen lío. Aunque no tengas nada que ver con eso, tu carrera como abogado está acabada.
En unos meses, en efecto, clientes asiduos suyos abandonan sus servicios. Otros no le llaman. Para enero de 2013 tiene una certeza que supiera la intuición. Sabe que todo lo que sabe sobre la trama de financiación ilegal del PP es solo una pequeña parte de un gigantesco iceberg. Un iceberg que comenzó a fraguarse en los años 80. “Se había creado una trama y paralela a esta otra red, moderna y ágil, organizada por el abogado y directivo de Repsol, Ramón Blanco, al servicio de Francisco Correa. Hubo una batalla entre los dos clanes: los antiguos, con Bárcenas, frente a los modernos, la red de la Gürtel”.
Bárcenas está tranquilo. Aunque su situación va a dar un vuelco muy pronto. Su objetivo es que a su mujer no la imputen. El juez Pedreira ha decidido sacarla de los imputados. Pero el caso va a pasar a la Audiencia nacional, donde el juez Pedraz que sustituye al destituido Garzón, va a incorporar a Rosalía Iglesias como partícipe de la trama. Además a Bárcenas le ha llegado un mensaje de auxilio desde el partido. Estamos a mediados de 2011, y se sabe que habrá elecciones a finales de año. Si Rajoy gana las elecciones, sustituirá a las fiscales del caso Gürtel y dejará libre a Luis Bárcenas. Esa promesa susurrada en la oscuridad, no se cumplirá, como casi nada de lo que prometió Mariano Rajoy ni los cainitas líderes que suenan con destronarle.
Es una lucha brutal. Todos los empresarios que firmaban contratos con la administración, y las empresas grandes, debían vasallaje. El tesorero abría y cerraba la válvula de ese maná. En los papeles de Bárcenas figuraban importantes empresarios del Ibex: Juan Miguel Villar Mir, de OHL, José Mayor, de FCC, Luis del Rivero, de Sacyr-Vallermoso, Manuel Contreras, del grupo Azvi, José Luis Sánchez, del grupo Sando, Alfonso García Pozuelo, de Hispánica, Juan Roig, Mercadona, Ignacio Ugarteche, de Urazca, Antonio Pinal, de Bruesa.
Y llamado a declarar por el fiscal anti corrupción, Antonio Romeral, Jorge Trías asegura que será imposible aclarar la financiación ilegal del PP. ¿Por qué? pregunta el fiscal.
— Porque el sistema de financiación de los partidos españoles es perverso. Está montado para favorecer la opacidad y esta es la causa de la corrupción pura y dura que alimenta los partidos, dominados por pequeños núcleos de poder y de gestión.
Además….
— El Tribunal de Cuentas, encargado de fiscalizar a los partidos está copado por cargos provenientes de la economía, la magistratura y la propia política.
La declaración ante el fiscal anti corrupción provoca una campaña contra Trías urdida desde los cenagales del Partido Popular. El diario ABC, en el que ha colaborado en los últimos años, se niega a publicarle. El diario La Razón, también próximo al PP, le señala como implicado con Bárcenas en la trama Gürtel. Por último, el diario que todavía dirige Pedro J. Ramírez, El Mundo, le regala toda una serie de adjetivos dibujándole como un megalómano con intereses políticos ocultos.
Es el 17 de mayo de 2018. Jueves. El Tribunal de la sección segunda de la Audiencia Nacional dicta sentencia por la trama Gürtel. Los artífices de esta en connivencia con responsables del Partido Popular son condenados por los delitos de asociación ilícita, fraude a la administración pública, cohecho, falsedad en documento mercantil, malversación de caudales públicos, delitos contra la hacienda pública, blanqueo de capitales, tráfico de influencias, apropiación indebida, exenciones ilegales y estafa procesal.
La resolución impone la pena de 51 años y 11 meses de cárcel, al líder de la trama, Francisco Correa. Al número dos, Pablo Crespo, le condena a 37 años y medio. El extesorero del PP Luis Bárcenas es condenado a 33 años y 4 meses de prisión y multas por más de 44 millones de euros. A su mujer, Rosalía Iglesias, la Audiencia le impone una pena de 15 años y 1 mes. Por su parte, la ex mujer de Correa, Carmen Rodríguez Quijano, resulta condenada a 14 años y 8 meses de cárcel. El exalcalde de Majadahonda, Guillermo Ortega, del PP, es condenado a 38 años y 3 meses de cárcel. El exconsejero madrileño Alberto López Viejo, del PP, a 31 años y 9 meses. El ex alcalde de Pozuelo, Jesús Sepúlveda, del PP, a 14 años y 4 meses, entre otras. A Ana Mato, exesposa de Sepúlveda y ex ministra de Sanidad con José María Aznar, también es condenada.
“Se creó en paralelo un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional a través de la manipulación de contratación pública central, autonómica y local a través de su continua relación con influyentes militantes de dicho partido”, dicen los jueces en la resolución. El tribunal concluye que el Partido Popular nacional debe ser condenado como partícipe a título lucrativo.
Los meses siguientes a la sentencia convulsionan la política en España, aunque no lo político. Reconfiguran el poder. Una moción de censura acaba con el gobierno de Mariano Rajoy y poco tiempo después, Bárcenas y su mujer ingresarán en prisión. Los partidos políticos siguen enzarzados en controlar el órgano de los jueces que eligen a los titulares de los principales tribunales. ¿Qué ha supuesto para Jorge Trías este vaivén tortuoso de diez años, desde el 2009 hasta 2018? Soledad. Decepción. Frustración. Violencia. Traiciones. Abandono. En 2018 decide recopilar su experiencia y su papel que queda recogido en el excepcional libro El baile de la corrupción, publicado por Random House en junio de 2018. Jorge Trías Sagnier moría con 71 años el 13 de abril de 2022 a causa de una infección respiratoria complicada por el covid.
El baile de la corrupción. Jorge Trías Sagnier. Randonm House, 2028. 278 páginas. 17,50 euros.