Para la prensa liberal y muy liberal, el Tratado Europeo de Estabilidad Presupuestaria ha pasado inadvertido. En él se explicitan la dieta búlimica por las que tendrán que pasar los Estados del sur europeo, cual modelos desfilando por la pasarela del rescate. El decreto español 2/2012 de Abril adecua lo dispuesto en el desconocido y temido Tratado. El semanario Le Canard Enchainé (26/09) desvela algunos de sus más draconianos preceptos. El punto de partido del Tratado gira en torno a la «regla de oro»: cada Estado firmante no podrá superar un déficit «estructural» anual del 0,5% de su PIB. El neologismo tecnocrático «estructural» genera controversia: En Francia, por ejemplo, el Senado estima que se refiere a un déficit «potencial». La doika compuesta por la Comisión y el FMI tampoco se pone de acuerdo ni siquiera consigo misma: el déficit francés ronda para el primero el 3,4%, para el segundo el 4,1%. Sólo una diferencia, como apunta Le Canard Enchainé, de 15.000 millones!
Si la regla de alfiler del 0,5% por la que habrá de pasar cada pais no fuera suficiente, hay en el tratado un plan de contingencia para el apocalipsis. El artículo 4 establece que,en caso de que un gobierno supere en un 60% de su PIB el déficit, «deberá reducir a un ritmo medio de un 20% por año». Anual. En esta nueva biblia europea, también resurge la parábola: aunque sea posible la reducción anual provista, la deuda y sus intereses continúan acumulándose, como panes y peces. Aquí llega el artículo 5. Para evitar el bucle de la receta, se ordena: «el Consejo de la Unión Europea y la Comisión», desarrollarán un programa «detallado de reformas estructurales». Al margen de las que hubo antes, y antes del antes. Ahí quizá comience el dñeficit estructural.