El periodismo de élite, que en la divina Espania es una gerontocracia rojiparda, tiene una geométrica naturaleza: gira sobre su eje y se traslada alrededor de los astros mejor postores. Unas míseras fotografías tomadas durante la desgraciada caída de la selección española ante Holanda en el mundial de Brasil ponen la prueba. En la grada había otra selección de periodistas españoles allí presentes, rojos por una vez en su vida, al menos de camiseta. Su estancia y disfrute del amargo partido corrió a cargo de Iberdrola. Esta asociación sin ánimo de lucro, como detalla elespiadelcongreso.com, no ha tenido empacho de cortar la luz a gente con menos luces que los 40 periodistas afortunados: 578.000 familias en la roja España y 2, 2 millones en la amarilla Brasil.
La ilustre cohorte de periodistas suma siglos en unos casos: Luis Del Olmo, Pablo Sebastián, Melchor Miralles, Chani Henares -contratado por el constructor beneficiario de la remodelación de Gamonal-, Jose Antonio Vera (antes La Razón, ahora EFE de regalo), Olga Viza y el oxigenado Pepe Oneto. Con ellos María Escario y otros. Pero el más dulce peluchín del grupo enrojecido es Antonio Casado. Tertuliano de la vigorosa tertulia de Carlos Herrera, colaborador histórico de otros medios disidentes como COPE, Casado es un cumplidor. No solo con Iberdrola. En un día muy triste para él, como fue el de la segunda derrota de la selección hispánica ante la insignificante selección roja de Chile, Casado defendía con autopases la figura del ex rey Juan Carlos de Borbón. Casado, Miralles, Del Olmo, Sebastián y el etcétera de rodadores han demostrado que su actitud ha sido siempre galán-te. Iberdrola lo agradece. Por los silencios de pasado, presente y el futuro, si es que eso existe.
Todas las élites han tenido algo de punkies. El código ornitológico de los periodistas está para violarlo. Recordemos que los ancianos protagonistas de nuestra historia brasileña son hijos del 68 a la española. Ese 68 que, excepto, la inquebrantable promesa de un tal Juan Carlos de Borbón a los principios del Movimiento, nada tuvo de bueno. La presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid no opina sobre esta disfunción: ella fue una de las agraciadas de Iberdrola. El ex presidente de la asociación, Fernández Urbaneja, que ha prologado libros a jóvenes periodistas, tampoco opina: por la misma razón.
El país de lomo ibérico, el beneficiario se adelanta al pelotazo y se queda en fuera de juego.