Después de dejar la carretera general en Ribadavia
Allí en lo alto de las curvas está Piñeiro. Existe
Artealdea. Es como decir que el modo actual de
su ser se halla en el punto de vida que
el lugar le ha dado a Gigi.
Camilo conduce entre las hileras de asfalto. La estrecha
carretera sobresale por encima de los bordes del valle,
ese gran vaso que contiene los dientes agudos de una lluvia
que no deja de caer. Las nubes tienen mandíbulas y
los incisivos prolongados llegan a lo sumo a la última percepción
masticando los bordes de la concreta limitación geográfica
que es la carretera.
Camilo y su boca. La lengua de Camilo es una plataforma giratoria
sobre la cual se colocan sin ruedas las palabras
que revuelan como invisibles golondrinas en el limitado cubículo de su coche
mientras conduce y mueve una mano al aire, la otra es un salvavidas
entre tanto la mantenga en el volante. Es agosto pero podría noviembre
si no fuera por la temperatura. Llegar mareados es lindar
entre si lo más claro y lo más oscuro, la hora nocturna, el fin del viaje.
Piñeiro de Areas es un lugar no sé si mágico,
pero las mariposas se posan en las cagadas de los caminos,
los limacos gigantes, pantagruélicos se zampan los hongos
y a nosotros se nos comió la niebla.
Esto que ahora escribo es un grito particular
que repite la sílaba del que solo imita.
Si estás en la niebla copia su pensar blanco, tapa las palabras
y espera a que salgan como helechos.
Empieza la función, el teatro natural. De los camerinos
de piedra salen músicos, bailarinas, payasos, cuentacuentos, poetas, magos, conjuros y queimadas
como cuerpos de sátiros y culebreo de meigas
que producen el efecto de las leyes naturales en el hechizo de la tierra, el aire y el agua.
De Artealdea se cuenta que tiene ocho años, que es el resultado
de una idea incubada desde hace ya tiempo por Luis Alberto García Tejedor «Gigi».
Un hombre que viene de Bellas Artes, de la danza especialmente,
al que un día se le ocurrió levantar un festival fuera de los lugares habituales
y lo llevó a una aldea en lo alto de las curvas cerrradas,
inseparablemente unido a un soporte natural reñido con cualquier artificiosidad.
Este fue el punto de partida, la trayectoria fijada para un recorrido largo.
Peculiar este Gigi y su criatura, un festival con presupuesto cero.
Su sueño arrastra a gente venida de muchos lugares convencida
de un proyecto que transforma el lugar en espectáculo y en campo de trabajo.
Piñerio de Areas es un territorio del todo singular, no tiene iglesia,
no tiene bar, tiene flores en cima y los perros y gatos no son mascotas.
Aquí no hay supuestos objetivos artísticos, eso queda para el arquitecto estrella Calatrava
más abajo y muy lejos. Aquí el Festivasl de las artes escénicas y tradición popular tiene leyes biológicas
y constitución orgánica que crecen. Como en las labores de punto se añaden personas,
que realizan su tarea pero no se atribuyen ningún mérito y precisamente
porque no se atribuyen ningún mérito, el mérito no se les puede arrebatar.
Fina, Miguel, Manu, Blanca y tantos otros dispuestos a compaginar sus artes con el repertorio de tareas manuales –
de la construcción del escenario, iluminación, sonido – que requiere todo montaje,
además de preparar la comida y fregar platos y cubiertos.
Todos los que una vez terminado el festival decimos lo hemos hecho nosotros mismos
tal es el sentimiento de pertenencia, tantos nombres que tejen el aumento de la estatura
de la casa número 7 entre los kilómetros 23 y 24 de una carretera local del Consello de Covelo.
Abajo, muy cerca pero muy abajo, en el periódico se imprime «Parece que la Diputación era una empresa privada»
y negro sobre blanco explica el enchufismo masivo del ex presidente Baltar de la Diputación de Ourense.
Es un periódico sobre una mesa de un restaurante del barrio judío de Ribadavia.
Valga el tópico para hablar de dos mundos tan cercanos en el espacio como lejanos en el comportamiento.
La memoria es conservar la impresión sin la materia y también que «nada ha sucedido realmente hasta que se recuerda»
decía Virginia Wolf. Mineral traslúcido o recreación. Tanto da cuando miro y escucho y toco
lo que ya roca tallada en la mente.
Al fondo una figura difuminada. Pilar sentada en el poyete de un prado,
mirando el suelo verde. Toquetea una laja con un palo
mientras cuida su pequeño rebaño de ovejas.