En pleno zigzag de la pandemia vivimos también una bacteriana crisis tanto de ideologías como de morales. Todo parece confluir al unísono, pero en forma de sordina. Una melodía machacona y rítmica es compartida por los solistas de izquierdas y derechas, liberales y radicales. Una exaltación explícita de la Economía, un llamamiento vertical que enarbolan desde los resortes gubernamentales hasta los intelectuales laicos del poder. Hay que salvar la Economía, y en su favor se miden todas las medidas. De repente, o de siempre según se mire, la crisis humanitaria que supone la pandemia vierte sus aguas verdaderas. Hay que salvar humanos en la medida en que estos puedan salvar la Economía. Y en cada rincón, en cada tertulia de café o de bar atiborrado solo se habla de lo mal que va la economía. La derecha lleva banderas y estandartes patrios en las mascarillas. Cada patriota, enarbolando su bandera, será un soldado valioso y entregado para salvar la Economía …patria. La izquierda arremolina la crítica a la derecha en su poca eficiencia en alzar la gran Economía.
Paul Krugman es un gurú de la izquierda keynesiana norteamericana. En Europa sería un socialdemócrata solitario en un continente donde la socialdemocracia milita en el liberalismo de Estado. Krugman, nada menos que premio nobel de economía ejemplifica ese contundente populismo en favor de la Economía. Krugman, en uno de sus últimos artículos publicados en The New York Times recrimina a Trump sus aciagas medidas que han dañado la Economía. “pero, como el equipo de Trump siguió insistiendo en que se aproximaba una fuerte recuperación, y se negaba a ver que no se estaba produciendo, hemos caído en una crisis económica completamente innecesaria”. Es decir, un irresponsable que desoye las reglas de obediencia económicas, como es el presidente norteamericano, ha hecho un daño gratuito a la Economía. Por eso Trump “es uno de esos jefes de pesadilla que no saben hacer su trabajo, pero que se niegan a echarse a un lado”.
Todo para la Economía, nada en contra de la Economía, pudiera ser el lema de la granja global suplantando al lema que los cerdos aplicaran en Rebelión en la granja cuando se hicieron con la gestión suplantando a los humanos: cuatro patas, si; dos patas no. Pero este lema era también un lema en favor de la Economía como muy pronto descubrirían todos los animales convertidos en peones totalizados y cuantificados de la producción. La libertad era esto.