
Mientras la pequeña Nabody, de 24 meses de edad, dejaba de respirar en la noche del 16 de marzo en el muelle canario de Arguinegín, militares españoles patrullaban la frontera y parte del interior del país de Nabody. Entre las fronteras de Malí, Níger y Burkina Faso las escaramuzas de “yihadistas” y tropas militares de esos países y otros europeos – España, Francia, Alemania, Luxemburgo – han provocado el éxodo de más un millón y medio de personas. Entre ellas la pequeña Nabody, su madre y su hermana que llegaron en un abarrotado cayuco a la isla de Gran Canarias en aquella noche que pudo ser cualquiera.
Mientras los militares españoles patrullan las fronteras y el interior del país de Nabody, el presidente español Pedro Sánchez lamentaba la muerte de Nabody deseando que fuera “un aldabonazo para nuestras conciencias”. El gobierno que preside Sánchez aprobó en diciembre de 2020 aumentar el dispositivo militar español en Mali. El diario El País informaba que las europeas “pasarán de 600 efectivos a 1.100 el año próximo y 1.230 ya en 2022. La mayor aportación la hará España, con 550. Además, el Estado Mayor de la Defensa planea el despliegue de dos helicópteros NH-90, mientras que un avión de transporte A400M hará de puente aéreo con la Península y pasará algunas temporadas en la zona de operaciones”.
El diario añadía: “La decisión de reforzar sustancialmente la presencia de tropas españolas en el Sahel una región clave en la lucha contra el yihadismo o la inmigración irregular, se tomó hace meses y la propia ministra francesa de Defensa, Florence Parly, se lo agradeció públicamente a su homóloga Margarita Robles cuando visitó Madrid el pasado 24 de septiembre”. La pequeña Nabody era una inmigrante irregular. En el país donde nacieron sus suelos abunda el oro, uranio, coltán, litio, gas, y petróleo.