El parlamento europeo adoptó, el pasado 12 de marzo, una directiva más permisiva con los megacamiones. Esos mastodontes, que pueden pesar hasta 60 toneladas, menoscaban el transporte ferroviario de mercancías. Por cada metro lineal de autopista hace falta extraer una media de 30 toneladas de arena y grava y mover 100 metros cúbicos de tierra de obra. Lo dice el investigador en el Instituto para la Transición Medioambiental de la universidad de la Sorbona, Nelo Magalhaes. Desde el inicio sus construcciones siempre se han justificado basándose en un viejo argumento: el tráfico creciente que sobrecargaba las carreteras exigía la construcción de nuevas vías. Es un ciclo infinito: las nuevas vías atraen más tráfico, que a su vez saturan las calzadas. Desde entonces el tráfico no ha dejado de crecer. Estamos en 2024, incluso aceptando que entonces pudo ser una solución, hoy, la muy aceptada emergencia climática y la transición energética deben tener su impacto en la evolución de la mentalidad y de los comportamientos, con cambios en el transporte y el cuestionamiento de este tipo de instalaciones. Ya es necesario aplicar determinantes límites.
Los sectores de la construcción (en general) y de la automoción son los que más gases de efecto invernadero emiten. No es fácil sustituir “emitir” por “omitir”, pero los datos científicos son abrumadores y acelerados. ¿La respuesta?, la desaceleración de las medidas adoptadas en las cumbres climáticas que dotan de discurso a los allí representantes, y otra cosa son “las obras”, donde las dragas y las excavadoras hacen su trabajo para que cualquier espacio sea productivo, pues el orden económico nos lleva a percibirlas como naturales, aún estando en otra fase de comportamiento. Los aeropuertos se van ampliando (el tren de alta velocidad iba a sustituir en gran número los vuelos de larga distancia). En los puertos se construyen nuevas dársenas de profundidad y longitud suficientes para acoger a petroleros y mineraleros más grandes (en 2023 el consejo de ministros aprobó más de 600 millones de euros para ampliar el puerto de Valencia; mientras España usa el 50% de su capacidad portuaria). En agricultura la U.E da vía libre al herbicida Glifosato 10 años más. Ahora los gobiernos proponen una transición más lenta, y la conciencia del desastre (inminente o menos) queda sepultada debajo de siglos de civilización y de inercias, de marcas, ofertas y precios.