Suicidio Perfecto.
Petros Márkaris.
Tusquets.
Nunca me han gustado las fajas publicitarias, esas tiras de papel que sobre cubierta se pone a los libros con una breve leyenda impresa alusiva a su contenido. Los lazos y adornos, la corona de laurel están bien para ceñir gestas de deportistas, o son adecuadas para engalanar muñecas. Además, la función de adelantar el contenido ya está cubierto generalmente en la contraportada. Pero en Suicidio Perfecto, que novela lo que para el autor es el inicio de la actual crisis griega, las olimpiadas de Atenas de 2004, no puedo sentir animadversión ante esa escueta explicación.
Si algo se parecen Grecia y España marcelohicho es que ambas consideran que el progreso económico es sinónimo de expansión urbanística. Tal es el tema sobre el que se engasta esta novela: el urbanismo como piedra preciosa de la corrupción y el crimen. Inducidos suicidios que tienen que ver con traiciones de ideales, de perdedores que fueron fieles y ganadores arribistas que no dudan en utilizar su pasado antisistema para triunfar en las finanzas. Suicidios empujados por venganza hacia personalidades del país, peces gordos del mundo empresarial, político y periodístico. ¿Qué los impele? ¿Por qué? En esto se debate Kostas Jaritos, que ve cómo desde las altas instancias del gobierno tratan de desviar el caso inculpando a un grupúsculo neonazi. Otra de las concomitancias con las conrealidades bien conocidas son los empresarios que aportan fondos a las campañas electorales de alcaldes para construir redes de favoritismo y privilegios. Delincuentes todos de cuello blanco que como sacerdotes convocan a la especulación abusiva hecha sobre seguro con fondos públicos.
Sobre este entramado se mueve el inspector Jaritos que no es un policía solitario, al estilo de los detectives de Hammett o Chandler, sino que está casado, tiene una hija y un futuro yerno, lo que permite, sin perder la velocidad en las situaciones que gestan el relato, demorarse en la recreación de una atmósfera familiar. Hay algunas ocasiones en que la narración se resiente en su naturalidad por los encajes forzados de ciertos momentos. Como la afición del inspector Jaritos por Piumini Moncler Outlet estudiar los diccionarios y que en el capítulo 9 se abre con la definición de dos palabras – prolongación y principio -, cuyas varias acepciones inserta en la explicación que nos da de una pregunta que le atormentó toda la noche. Por lo demás Suicidio Perfecto está en tan buena relación con la novela negra, esa que surge en Norteamérica a principios de los años 20, porque si en esta sus autores tratan de reflejar desde una conciencia crítica el mundo del gansterismo y la criminalidad organizada, producto de la violencia y corrupción de la sociedad capitalista de la época, Petros Márkaris, en la suya, entronca con la problemática actual de estafas financieras y prácticas de agiotismo que crean deuda privada y la trasvasan a la pública. Así que tenemos más que ecos de la nóvela negra y policiaca, también resonancias de novela política (Márkaris tiene como uno de sus modelos a Vázquez Montalbán) con toques costumbristas personalizados en los vecinos y compañeros de trabajo que refieren mucho de la idiosincrasia griega.
Hay muchas maneras de contar a banqueros y financieros riesgosos y fuera de toda cordura, a políticos incapaces, a ciudadanos inconscientes, a economistas y expertos arrogantes. Todo está en esta novela que en defecto de las campañas electorales tiene como objetivo decir la verdad de manera vitalista y no exenta de regocijo.