¿A qué huelen las nubes vaporosas, azul fuego, por toneladas, de las bombas con la estrella de David sobre Gaza?
Benjamín Netanyahu, aficionado a la nota desgarrada, quiere emular a Polanski y ha decidido hacer otra incursión: en el cine. Fijándose en el éxito de Imanol Arias con su narcótica serie española, Benjamín rueda ya una fielísima versión en directo y en vivo en el mismísimo guetto de Varsovia, octubre y noviembre de 1940. Cuéntame cómo pasa.
En Europa, la metralla rebota. En el parisino y satírico Le Canard Enchainé, Erik Emptak entiende lo que pasa: convendría que Hamas cesara «de transformar a la población en carne de cañón». En la España Cañón, Pilar Rahola, nos descubre que todo responde a un perfeccionado proyecto socialista israelí que nadie entiende pero ella sí, que para eso en su día fue socialista libertaria, pues recrimina «de los que usan la palabra sionista como si fuera una maldad intrínseca, sin saber ni quién era Teodor Herzl, ni las bases socialistas del movimiento, ni el espíritu de convivencia que lo alentó». Apliquémonos todos en el sionismo final. Frente a otros misilarios de plomo más fundido, Pilar Rahola siempre ha admitido en el amplio sentido de su expansionismo dialéctico, que ella cobraba de un lobby israelí, el Fondo Nacional Judío (1). Sión Business as usual.
El premio nobel de la paz, hasta nuevo fiasco, se muestra pez en mar muerto, que para Israel es como jugar a la play station en la sinagoga.
A qué saben las sandías y melones Carmel? ¿A qué huele la colonia Revlon? A plomo eterno.
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(1) Reconocidos y premiados por el Fondo Nacional Judío – Keren Kayemet Lelsrael en hebreo – fueron Fernando Múgica Herzog, asesinado por ETA, hermano del horrorífico Defensor del Pueblo Enrique Múgica, y el todo presente Baltasar Garzón.