Indignado estoy de mirar a los escaños, donde rudos diputados asientan sus cebadas posaderas sobre cojines de corrupción, privilegios, y engaños. Yo vi lo más noble del hombre: sus derechos y su bienestar, ausentes, mercadeados por demonios; el soborno y el hambre presentes, desfilando como cabezudos y gigantes por calles engalanadas con banderas y gallardetes.