Basura
Ben Clark
Editorial Delirio
Hace unos cuatos años pertenecí a un colectivo que se llamaba «los Amantes De La Basura». Teníamos la idea de que quemar basuras es destruir recursos. Queríamos reinsertar las basuras en los circuitos comerciales a través de la reutilización y el reciclaje. Éramos cuatro y el tambor. Si en las galeras, el patrón golpeaba el atabál para marcar el rit mo de los penados remeros, a nosotros el bombo marcaba los pasos de nuestra voluntasd hacia la utopía de basura cero. No obstante, ten go que reconocer que quien se acercaba a este proyecto era atraído por eso de «amantes» y «basura», les hacía gracia.
Este es un mundo que no solo entierra basuras, también poesías. Mejor dicho, aquella poesía que rompe los ritmos del capitalismo abusivo, y si no las sepulta, las soterra en los márgenes de las pequeñas editoriales. Por eso me sentía atraído, como un pájaro por la liga, cuando vie el libroto de Ben Clark en la libreríaa Anti de Bilbao La Vieja.
De la msima que hay que separar los residuos en origen, tambiñen se requiere separar la poesía que no molesta, escrita sobre las parigüelas de la subjetividad complaciente, de esa otra que procura abrir el potencial más perturbador de la vida. Poesía esta que descubre la falsedad del orden y realidad que el poder impone. Abre el libro y leerás: «El 22 de marzo del año 2001/cerró Fresh Kills, inmenso vertedero/en Estate Island, Nueva York./La isla tiene montaañas de basura/la más alta supera en 25/metros la estatua de la libertad» o esta otra: «las botellas vacías, las litronas/los envases de plástico y las latas./(…) pronto el ayuntaminto borrará/ cualquier rastro humillante de su noche/ y saldrán los votantes a paseo».
Esta Basuracompactada en un libro está escrita con sutileza y escasas palabras, pero sin elipsis que pueda sofocar o aliviar el mal olor del patio trasero. Emanaciones de un sistema que es también un estado de ánimo.
Os sugiero sumergir las narices en la Basura de Ben Clark. En ella no hay superficies pulidad de gramática, es algúien que se mete el dedo en el orificio nasal y saca sus escombros sin el papel celofán de un lenguaje que, en su caso, es un medio para mostrar esa verdad oculta.