Si quiere bajarse de los altos pensamientos sobre la bondad de la filantropía actual lea este libro. Quizá no lo necesite y su percepción sepa que en este mundo todo se hace buscando algún beneficio. Idea esta inocua si se mantiene en unas proporciones donde el negocio no se convierte en agiotaje. Para los que afirman que determinadas realidades no pueden conocerse por su complejidad, y porque los puntos de aplicación, la magnitud de la cuantía, la dirección y el sentido se escapan de cualquier hijo de vecino, está Tim Schwab, periodista de investigación estadounidense que ha realizado numerosos reportajes sobre la Fundación Gates. Ya desde la introducción Schwab nos advierte sobre la capacidad de las élites mundiales para servirse de la filantropía con el fin de promover sus intereses privados o mejorar su reputación. En el caso de la fundación de la que trata el libro EL Problema de Bill Gates, esta se activó cuando los tribunales fallaron contra Microsoft en 1999 declarándola un monopolio que ahogaba la innovación, bloqueando el desarrollo de otras empresas que competían en el mismo sector. Tanto Bill como su firma necesitaban un cambio de imagen. Había nacido la Fundación Gates.
“Históricamente amos de la industria como Rockefeller y Andrew Carnegie habían recurrido a la caridad en sus últimos años de vida para disimular las destructivas aventuras empresariales que les habían hecho tan ricos·”. Sin retrotaernos tanto en el tiempo, hace pocos años, Lance Amnstrong se labró una reputación de comprometido con las causas humanitarias a través de su labor benéfica con la fundación Livestrong cuando tuvo que hacer frente a acusaciones – confirmadas como ciertas – de que sus principales logros en el ciclismo habían sido conseguidos gracias a drogas que potenciaban su rendimiento. Otro caso reciente es el de la Fundación Trump cuando anunció su cierre en 2018. Después de que el fiscal general de Nueva York acusó al organismo de “funcionar como poco más que una chequera al servicio de los intereses empresariales y políticos del señor Trump”.
Es esta una manera de ser y estar que pretende confirmar cómo el capitalismo, de una manera u otra, siempre cumple sus promesas y acaba beneficiando a todo el mundo. En el caso que nos ocupa es difícil hacerse una idea de lo rápido que ha sido la transformación pública de Gates. Pasó de ser un monopolista codicioso, frío y tiránico a un filántropo de” voz suave”, un líder “amable y compasivo” como contaron las cadenas ABC y CNBC. Trato elogioso que el magnate utiliza para poner sus manos las palancas que activa las políticas públicas de sanidad y educación. Es el momento de decir que las cabeceras más influyentes y poderosas han abierto sus brazos a la generosidad del magnate. Medios de comunicación, The Guardian, Al Jaazera, NPR, Der Spiegel, Le Monde, CNN, The Atlantic, El País, Financial Times, The Spectator, BBC y muchos otros… Según la organización Media Impact Funder (que recibe ayudas de Gates), el gasto de la Fundación desde 2009 superaba los 2.500 millones de dólares. ¿Para qué?, para elogiar de forma repetida a la Fundación y controlar la narrativa que guía la comprensión pública de su trabajo. Así que todo está atado y bien atado, incluso si alguien se pregunta si ser millonario es inmoral. O deberíamos reorganizar nuestra economía de forma que no permita la acumulación de una riqueza tan extrema por parte de un grupo reducido de personas.
Otro argumento para cuestionar la naturaleza humanitaria de las donaciones deriva de las situaciones en las que la familia de Bill y Melinda resulta beneficiada: 100 millones de dólares donados por la Fundación al elitista colegio privado de los hijos. Donaciones que, junto a las de los medios de comunicación, al igual que a empresas privadas, debieran ser consideradas contratos empresariales, no donaciones humanitarias, y, por tanto, quedar fuera de cualquier beneficio fiscal. El escritor Anand Giridharadas argumenta que “siempre encuentran alguna manera para pagar lo menos posible a la gente, en las condiciones precarias más posibles, que eluden impuestos escondiendo billones en paraísos fiscales de manera legal (que no justa) e ilegal. Ejercen presión de políticas que no se ajustan al interés público…”.
Son otras las opiniones que contra argumentan que el capital creativo, el neoliberalismo, el globalismo, están aportando y convirtiendo el planeta en un lugar mejor. Los multimillonarios devolverían parte de lo que reciben por medio de la filantropía y salvan millones de vidas.
El periodismo crítico con la Fundación resulta poco frecuente, no obstante, en algunas ocasiones se ha informado de que el fondo de la entidad – 54.000 millones de dólares – tiene repartidas inversiones en prisiones privadas, fabricantes de armas, tabaco, combustibles fósiles, incluso en empresa de chocolate y cacao vinculadas a la explotación infantil. Siguiendo con semejante lógica, los rendimientos de invertir este dinero sucio salvan vidas a través de la filantropía. Si seguimos con esta lógica de “salvar vidas” que emplea la fundación habría que echar cuentas de las “vidas perdidas” por el los rendimientos burocráticos de la Fundación. Cada dólar adicional destinado a edificios extravagantes, parcelas caras, incentivos complementarios, bonus salariales y asesores de sus 2.843 empleados que podrían emplearlos en curar y vacunar a los menos favorecidos.
“En la extravagante sede de la Institución caritativa en Seattle, hay una clínica médica privada y también un gimnasio con entrenadores personales gratuitos. Quienes allí trabajan disp onen se seguros de gama alta, acceso a guarderías de apoyo y hasta 1.500 dólares para ayudar a los trabajadores a sobrellevar su vida laboral y personal”. ¿Cuánto dinero más se esfuma en esa sobre dimensión de costes administrativos? ¿Qué le supone las exenciones fiscales a los contribuyentes? Según la Agencia Tributario estadounidense, el Tesoro ha perdido 37.000 millones de dólares en impuestos.
Interrogaciones rampantes que exponen su gancho como amenaza por la solvente línea de investigación que Tim Schwab enarbola y que nos presenta un panorama de futuro en el que un grupo de multimillonarios: Elon Musk, Jeff Brezos, Mark Zuckerberg, Michael Bloomberg, Charles Koch, Carlos Slim, Mackenzie Scott, Mukesh Ambani, Jack Ma, tendrán poco a poco más peso en la gobernanza mundial gestionando millones de dólares para rehacer el mundo de acuerdo a sus propios y estrechos intereses.
Escolio: Y puestos a ser filántrópicos “amantes del prójimo” una donación caritativa debe ser un actor de amor, no un ejerció de influencia.
El Problema de Bill Gates. Tim Schwab. Arpa Edito.res, 2024. 600 páginas. 24,80 euros.