Euskadi es un país que parece cambiar de sombras. El síntoma es que el lehendakari Iñigo Urkullu se ha convertido en un Rey Lear. En 2019 era Ricardo III en su primer acto, satisfecho de tener el país bajo la temeraria mirada de su halcón, el partido, voluntarioso, clientelar y domeñador con el asentimiento cervical