El paisito tiene dos fronteras, según lo percibió hace mucho tiempo Mario Benedetti: los que se desviven y los que desmueren. Yo dormía en lo de Úrsula cuando a las cuatro de la madrugada anunciaron la puerta con golpes. Eran los estudiantes del piso de arriba, de parranda, que se equivocaron, como habitual. Creí por