«Acá no hay nada que celebrar, sólo celebraremos cuando la educación sea pública, gratuita y de calidad», afirmaba el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Andrés Fielbaum en un medio chileno.
Miles de estudiantes colmaron las calles de Chile para exigir un cambio en la educación pública, un sistema gratuito y de calidad. Se ha puesto en jaque el modelo educativo y se cuestiona cuál es el mejor para los propios chilenos. El pasado jueves 11 de abril numerosos estudiantes (120.000 según la Confech) salieron a la calle para hacerse un hueco entre los representantes y hacerse escuchar. El joven Andrés añadió que la destitución del ex-ministro es una prueba de cuánto ha cambiado Chile y cómo las manifestaciones han transformado dicho país. Este es un año elemental para Chile, y al igual que para España, la educación es una partida que está moviendo a la sociedad.
Al igual que en Chile, la educación en España ha levantado a muchos profesores, alumnos y otras personas del sillón para defenderla. Grandes recortes, fuertes tasas y desaparición de importantes becas hacen que muchos alumnos no tengan la oportunidad de estudiar. Un ejemplo de ello fue la que tuvo lugar el pasado sábado 9 de marzo. La «Uni en la calle» fue una forma de protesta diferente y pacífica en la que numerosos alumnos y profesores salieron a reivindicar una educación pública y de calidad. Las calles se convirtieron en aulas, los mirones en alumnos, los bancos en pupitres y Madrid en una inmensa escuela.
Ante un gobierno al servicio de la diosa economía y como medida estándar la tijera, deja una cierta intranquilidad en los estudiantes de los centros públicos. El gobierno no sólo ha recortado fuertemente en educación, sino que además parece que la medida no tiene vuelta atrás. La impaciencia y la ansiedad de los alumnos no tiene parangón, la eterna pregunta de si podrán seguir estudiando el año que viene será una consecuencia con la que tendrán que contar.
Tras la chapuza (mala gestión) de políticos y banqueros ha sido necesario hacer recortes y proclamar un estado de austeridad que ahorca a millones de ciudadanos. En vez de tomar medidas como eliminar el fraude fiscal o agravar grandes fortunas el gobierno prefiere subir las tasas e impuestos. Los sobres de Bárcenas son menos becas, los sueldazos de los políticos significan cerrar colegios y la corrupción significa quitarnos los libros. No son reformas, son recortes de libertades; no es por nosotros, es por ellos. Las medidas ya las han notado miles de estudiantes a los que es muy difícil engañar. Aumenta considerablemente el ratio de alumnos por clase lo que supondrá un incremento de alumnos por aula. Si a esto le añadimos los profesores despedidos en los últimos años supone tener 40 ó 45 alumnos por aula. Con muchos más alumnos por aula, la calidad mermará considerablemente. Además se han eliminado becas y ayudas para los que menos tienen. Se reduce la beca Erasmus, las tasas universitarias suben vertiginosamente, repago en la Formación Profesional y se producen cierres de centros.
A pesar de todo ello, sabiendo que la generación que tenemos ahora es una de las mejor pre-paradas y estando al corriente de que será muy complicado encontrar trabajo de «lo suyo» o de «lo otro», estos jóvenes tienen ganas de luchar. Al igual que en Chile y en otros lugares miles de jóvenes salen a la calle, alzan la voz contra los recortes y defienden los derechos de esta generación, y de la que está por venir. Al igual que en los primeros años de la democracia, numerosos movimientos estudiantiles clamaban por sus derechos y por los que venían a continuación. Actualmente las universidades cuentan con plataformas, fundaciones o simplemente grupos de alumnos y profesores que sacrifican su tiempo por una educación para todos. La educación es fundamental para nuestra evolución y desarrollo. No podemos dejar esta materia para los que más tienen. Las personas relacionadas con la educación saben que será una tarea ardua y difícil de conseguir, pero no se rinden, la esperanza es lo último que se pierde. La labor, el sacrificio y la fuerza de muchos jóvenes y profesores es más necesaria que nunca. Como Manolito (viñeta) hay otros muchos que no entendemos qué está pasando con la educación, por qué se le quiere poner puertas y cobrar la entrada al saber y al aprendizaje. Hay que luchar por todos, para que la próxima vez que levante la mano Manolito sea para resolver una duda de matemáticas o lengua.