El libro de Marc Almodóvar, Egipto tras la barricada, publicado por Virus, es un documento imprescindible para comprender la revolución que ocurre en Egipto y la mecha que la prendió. De Túnez, a Yemen, Bahreim prende una mecha. El prologista Santiago Alba Rico rehúsa llamarlo «primavera árabe», quizá con razón para situarlo como irrupción de los pueblos.
La revolución del pueblo egipcio prendió sin duda de la llevada a cabo por el pueblo tunecino. Sería quizá más oportuno hablar de numerosas revoluciones en una. La primera de ellas fue la del miedo: atemperado en el ánimo de cada egipcio, cambió de bando. Con un honeroso coste de vidas, centenares. Marc Almodóvar relata con precisión de orfebre el diario despertar de los cairotas y los habitantes de las más y menos pobladas ciudades egipcias. Las intrincadas reacciones de la juventud bloguera y activa con los tradicionales militantes de centro, el movimiento liberal Kefaya, La hermandad Musulmana, una burguesía rpogresista y el sector más conservador del mubarakanismo son un puzzle que cambia día a día. El lema llegó más allá: «pan, libertad y justicia social». La suya es más bien una lucha libertaria desafecta de grandes organizaciones.
Si tomamos los relatos que Nicolas Beau, Catherine Graciet o Santiago Alba Rico (1) hacen de los regímenes de Marruecos, Túnez y Egipto, se encuentran trazos de una evidente similitud. Cortijos monarquiales en torno a los cuales unas pocas familias obtienen las plusvalías de los recursos del país, un estado corrompido cuando no inexistente salvo en las mediaciones clientelistas y un ejército participante de las ganancias de la corte. Como anverso, procesos privatizadores que generan aún más ganacias para la gerontocracia que controla el Estado, sumen al pueblo de la pobreza cotidiana a la más absoluta y mortal miseria. El retrato es colectivo: Mohamed VI, Gadafi, Ben Alí, Mubarak, Al Assad, Abdalá de Jordania, Saleh de Yemen .
Egipto es aún una de las tres patas con las que EEUU desde 1948 controla Oriente Medio. Las otras dos son Arabia Saudí e Israel. Este hecho explica de por sí por qué toda la política occidental se ha encaminado al petóleo del Golfo y el mantenimiento del Estado sionista de Israel. Almodovar describe que las partidas estadounidenses para mantener militarmente a Egipto superan anualmente incluso las destinadas a Israel.
Aquellos que conforman la marea humana que dice basta! tiene en el libro de Almodóvar nombres y apellidos. Aquellos que por cientos cayeron víctimas de las balas.
La revolución egipcia deja perpleja a la administración Obama. Todas las dictaduras árabes utilizaban el riesgo islamista – real o no- para recibir el apoyo norteamericano preciso y perpetuar el statu quo. La marea desmonta el teatro argumentativo de la clepto cúpula militar agipcia enriquecida en operaciones especulativas. Es el fin del terrorismo, y el de Al Qaeda. A partir de entonces será el ejército contra el pueblo con la aquiesciencia de los posibilistas Hermanos Musulmanes. Su pacto, aunque con eterna descofianza, con la reformada cúpula del general Sisi, alejándose de la promesa que habían tomado con las fuerzas revolucionarias de llevar a cabo un frente nacional, toma un rumbo diferente. Legardere entona entonces: «Egipto está preparada ahora para ser ayudada«. Esa ayuda del FMI será la vuelta al liberalismo de Mubarak.
Y la rueda vuelve a girar: Sin Mubarak, sin el títere Mursi, sin los utilizados Hermanos Musulmanes. Con Arabia Saudí y Qatar jugando sus envenadas cartas para influir.
A Israel y EEUU– quienes se magnificaban de la correcta gestión política de los hermanos Musulmanes- les interesa un ejército liderado por la vedette Sisi el nuevo emperatriz. Aún puede parecer que se vuelve al punto de partida, pero resulta que ahora el pueblo, en su diversidad, tiene la fuerza
—
(1) Nicolas Beau y Catherine Graciet, Quand Maroc sera islamiste. La Découverte 2007
Nicolas Beau y Catherine Graciet, La Régente de Carthage. La Découverte, 2009
Nicolas Beau y Jean-Pierre Tuquoi, Notre ami Ben Ali. La Découverte, 2011