El 19 de agosto de 2022, bien entrada la noche, Jesús Murillo Karam se puso en el lugar de sus últimas 43 víctimas. Sin previo aviso, aunque con la sospecha de que llegaría ese afilado momento, unos hombres armados y encapuchados pusieron fin a su libertad. De haberse resistido, Jesús Murillo Karam hubiera sufrido los disparos que en su cuerpo recibieron sus 43 víctimas la noche cerrada y la madrugada entre el 26 y 27 de septiembre en 2014 entre las poblaciones de Iguala y Ayotzinapa. Jesús Murillo Karam, a sus 74 años, lo ha sido todo en las tenebrosas lagunas del Estado en México. Aquella maldita noche de septiembre de 2014 era el fiscal general de la nación. Lo sería durante mucho tiempo más. Una investigación realizada por el propio Estado ha dictaminado que participó en el encubrimiento del crimen de aquellos 43 estudiantes aún desaparecidos. Pero, según el veredicto, los responsables de la desaparición de los 43 estudiantes son lo más granado del Estado: 20 mandos militares y personal de tropa de los batallones de Iguala; 5 cargos judiciales del estado de Guerrero; 26 policías de Huitzuca, 6 de Iguala y uno de Cocula; 11 policías de Guerrero y 14 miembros del grupo paramilitar Guerreros Unidos. La sombra se extiende a través de Jesús Murillo Karam hasta el presidente Peña Nieto.
Desde que en 2007 el presidente Calderón salió en la pantalla ataviado con un traje militar declarando la guerra al narcotráfico, bajo su mandato en México desaparecía una persona cada cinco horas. Bajo el siguiente presidente, Peña Nieto, sería cada hora y cincuenta y tres minutos. Trece mexicanos al día. Los cálculos aproximados, brumosos, dibujan desde 2007 cerca de 200.000 mexicanos desaparecidos que podrían llegar a ser un cuarte de millón.
¿Por qué los 43 estudiantes de Ayotzinapa son desaparecidos diferentes a los demás hasta el punto de provocar una investigación oficial? La Escuela Normal Rural de Ayotzinapa es el semillero de futuros profesores rurales que se dispersarán por las diferentes comunidades. Aunque estudiantes, tienen una idea política muy clara de las injusticias que viven las comunidades rurales de todo México. El Estado libra una guerra de uniformidad política y desamparo económico que los futuros profesores rechazan con vehemencia. Los 43 estudiantes iban a Ciudad de México a una manifestación. “Ayotzinapa es, sin duda, uno de los muchos símbolos del horror y una de las pocas veces que el dolor de México se ha comprendido en el mundo”, dice Lolita Bosch en el epílogo del libro de John Gibler Fue el Estado. Los ataques contra los estudiantes de Ayotzinapa publicado por Pepitas de calabaza en 2016.
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John Gibler recurre al conciso y estremecedor testimonio de los supervivientes, los compañeros de los estudiantes de Ayotzinapa que pudieron huir. No hay recursos literarios sino una minuciosa reconstrucción de cómo fueron atacados los estudiantes en la localidad de Iguala y quienes fueron sus primeros atacantes. Los vericuetos de las primeras investigaciones oficiales asombran a los familiares en los siguientes meses a la desaparición. Las sospechas se dirigen al papel de la fiscalía general, con Jesús Murillo Karam al mando.
Jonh Gibler. Fue el estado. Los ataques contra los estudiantes de Ayotzinapa publicado por Pepitas de calabaza en 2016. 192 páginas. 16 euros.