Los últimos lustros tienen sus cortinas de humo. En las estepas y las colinas del oriente de la gran geopolítica aún arden las cenizas aún no tan efímeras del Estado Islámico. El foto periodista Ricard G. Vilanova ha cartografiado, con el riesgo de perder la vida, los territorios y países que han conformado esa venida apocalíptica del califato integrista en Siria, Irak y Libia. Este hombre estuvo allí. Vivió allí. Esa vida de contra soportes de lo humano ha quedado plasmado, nunca someramente, en un libro con 81 fotogramas que la editorial Blume acaba de publicar con el título Fade to black. Las instantáneas de Vilanova dejan de serlo para convertirse en documentos. Documento del dolor que, por contra de las fotografías tomadas en salones y congresos, traen al distante y por qué no decirlo disparatado espectador, carne desgarrada, aullido infinito, estertor de gente de carne y hueso.
La imaginación crítica y la alerta ante el eslogan malificado y repetido nos abandona diariamente en nuestras babilonias altamente tecnologizadas. Algunas de las fotografías tomadas por Vilanova han pasado quizá cientos de veces ante los ojos telespectadores de millones de consumidores de información. Ahora, se detienen para contemplarnos a nosotros. Todo eso ocurrió mientras mirábamos, sí, mirábamos, pero a dónde. ¿Al discurso? ¿Al desarrollo – siempre parece tratarse de algún desarrollo – de la guerra contra el terror? Hubo algo que quedó perdido.
Los niños intentan escapar de Qaryat Tall ar Rayyan, en Mosul, Irak, a las puertas de Mosul, bajo intensos combates entre la llamada Golden Division y los miembros del Estado Islámico. El 23 de marzo de 2019 se anunció final del califato de EI. Algunos de sus combatientes se hayan estaban ocultos en cuevas en las montañas. Vilanova se encuentra entre ellos. «El último gran bombardeo fue de hecho el 19 de marzo, y es entonces cuando de facto cae el califato. Se rinden 500 personas (familias y combatientes), y durante cuatro días los últimos yihadistas se quedan recluidos en una lengua de tierra. Hubo un momento en que entramos en coche y empezaron a disparar. Tuvimos que salir y volver para hacer esta fotografía. Hay coches destartalados y amontonados, árboles destruidos. Aquí es donde vivían los últimos yihadistas de EI».
El nihilismo más inasequible solo puede explicar buena parte de la existencia del Estado islámico, su aspiración de cruzada eugenésica. Si sus ejecutantes, como los miembros que mantuvieron durante meses cautivo y torturado a Vilanova, no afrentan sus penas ni su muerte con la mitad de dignidad de sus víctimas o la de millones de personas que han perecido o han sido desplazadas de sus hogares, en palabras de Vilanova. Tampoco los mandatarios y funcionarios de la guerra cruzada occidentales.