
La fotografía es y no de Emilio Moranatti:
En un azúfreo pasillo del hospital de Leópolis
Yaroslav de once años empuja
la silla de ruedas con su hermana gemela Yana:
Sus piernas bajo las rodillas se envuelven seccionadas
En una impoluta venda blanca. La madre,
Natasha Stepanenko, les sigue dirigiendo
Su propia silla de ruedas:
También ha perdido una pierna, y la otra
Se encuentra magullada.
En la mirada de Yaroslav, Yana y Natasha
En sus rostros no hay rastro
de sacristía, de duelo,
ni exorcismo de justa venganza:
miran a la cámara como al reciente pasado,
sin imploración ni añoranza.
Pero ese reciente pasado
No tiene la forma del tiempo.
Porque no es el tiempo quien ha
seccionado las piernas de Yana y Natasha.
Porque después de los obuses que
Violaron el refugio de Yana, Natasha y Yaroslav,
Y después de la sangre y los muertos,
Hay otros obuses
Que se lanzan con precisión calculada
Para no dejar ver a Yana, Natasha y Yaroslav
Ni a todos las Yanas Natashas y Yaroslav
Que suman un pueblo de fantasmas y sepulturas.
Pretenden convertirles en la crisálida estadística de lo que acontece.
De qué aristas está crecido el crecido cuerpo de la zafiedad, pues sus propias esquinas óseas se clavan en la piel de diario. En un discurso electoral una líder de tal se indigna de las estadísticas del paro femenino en Andalucía. El índice de la población femenina ucraniana violada por militares rusos asciende al 30% según organismos que son citados mil de cada cien veces por los líderes de tal. El de los menores de 11 años redobla los anillos cósmicos: el noventa por ciento de los ucranianos de tal edad sufre traumas de todo tipo que llevará consigo hasta el final de sus vidas.
Ahí están los hilos
Que han hecho enredadera:
Los discursos de papel militante,
De los diletantes, de los concomitantes, de los
equidistantes
negando con el aliento del azufre que
existan Yaroslav, Yanas y Natashas,
La sonrisa de Yana pervivirá por siglos,
Y solo de esa circunstancia depende que el mundo
Pueda ser humano también mañana.

La segunda fotografía tiene los mismos
Protagonistas. Pero no la misma luz cansada.
Natasha y Yana ríen sentadas sobre la cama:
Hay un haz de un beso que se ve
Como si fuera la luz de una estrella fugaz.
En lugar de asombrarme prefiero contagiarme
De esa nobleza moral que a mí llega
Como una lección.
Porque es una lección:
En Yana, Yaroslav y Natasha brillan
Aunque exangüe, el humanismo del mundo.