Me considero una persona que aporta su granito de arena para cambiar este sistema decadente y corrupto por lo que igual para la policía caigo en la categoría de antisistema sin tan siquiera estar consciente de ello. Inocente de mí, siempre creí que para nada entraba en los esquemas que la policía española anatemiza en un vídeo emitido por la uno de Televisión Española refiriéndose a los modernos enemigos públicos. No sigo “a pies juntillas a los gurús” que la policía menciona en ese vídeo, es más no tengo ni idea de a quién se puede denominar gurús del antisistemismo. Lo que sí puedo detallar es la lista de corruptos que se han cargado esta sociedad para sus intereses, los que apedrean el sistema de libertades, las estructuras organizadas que crearon la crisis para depauperar a los débiles, los que propagan la mentira por los medios públicos, así como a los gurús y los líderes de la indignidad que se llenan los bolsillos a nuestra cuenta y también a los que a pies juntillas les obedecen sin rechistar.
No uso “prendas oscuras, palos, capuchas o bates” y mucho menos “trencas con capucha o pasamontañas”, ni conozco a nadie que los use. Lo que si puedo reconocer es a los que usan corbatas para engolar sus mentiras, prendas de lujo para impresionar a los dubitativos o uniformes para aparentar autoridad, pues su indumentaria los delata en los telediarios utilizados para esconder el fuego que anida en la calle.
En ocasiones llevo mochila al igual que los que la policía denomina antisistema. Llena de libros que a algunos pueden parecer piedras. Pero a pesar de lo que recomienda Snowden no encripto mis mensajes. Siento admitir que soy torpe en el asunto de redes sociales. De todas formas como no digo nada malo, hasta que la policía ha soltado lo del encriptado, siempre pensé seguir comunicándome en abierto. Igual para ser más antisistema ahora tenga que ver cómo es eso del encriptado. Sin embargo me encuentro capacitado para denunciar a los que usan los bustos parlantes para incitar a la población a decir amen a los ricos y poderosos; puedo orientar mi dedo acusador contra los políticos de todos los colores que dicen hacer lo mejor para nosotros pero sin contar con nosotros; puedo dar nombres de los que nos roban derechos escondiéndose tras alambicadas leyes diseñadas por ello mismos a modo de capuchas para no ser reconocidos.
Distingo el odio visceral que nos tienen los de arriba, esos que deseaban seguir con su teatrillo democrático inventado en la transición con el fin de perpetuar el caduco sistema franquista. Los que confunden la convivencia pacífica con la genuflexión al señoritismo que masacró la II República. Los que ponen en práctica la opresión laboral. Los que utilizan los actos masivos en la calle como la visita del Papa de Roma cual laboratorio para aborregar y ensayar nuevas estrategias. Distingo los bancos y las multinacionales que dan cobijo a esos personajillos que la policía no cataloga como antisistema, porque ellos son el sistema que los policías defienden. Por desgracia, la policía todavía no sabe distinguir que ellos tan solo son obreros pobres defendiendo a los ricos.